La capacidad del ser humano para hacer el bien o el mal nunca dejará de sorprender a propios y extraños. El mes de enero, en California, saltó una horrible noticia: en el pequeño pueblo de Perris, el matrimonio formado por David y Louise Turpin, había convertido su hogar en una Casa de los Horrores. Ellos tenían encerrados a sus trece hijos en condiciones infrahumanas en contra de su voluntad. Además, sufrían terribles castigos físicos y emocionales. Una tortura que duró años y que no levantó sospechas entre sus vecinos hasta que una de sus hijas logró escapar y consiguió llamar al servicio de Policía.
Semanas después, los 13 hermanos Turpin (con edades comprendidas entre los 2 y los 29 años) intentaron poco a poco reconciliarse con la vida social tras estar aislados y encadenados durante varios años en su casa. Las secuelas físicas, sin duda, serán las primeras en desaparecer con el paso de los días, pero, las psicológicas sufridas por los abusos emocionales y torturas tardarán más en desaparecer.
David y Louise Turpin privaron prácticamente de cualquier cosa a sus trece hijos. Por eso, prácticamente no saben lo que es un simple cepillo de dientes. Las condiciones insalubres y de malnutrición convirtieron su domicilio familiar en una ratonera infernal. A la espera de juicio, el matrimonio, se enfrenta a más de cuarenta delitos diferentes, entre los que se incluyen detención ilegal, abusos a menores, actos lascivos sobre su hijo menor o tortura, entre otros.
Los hermanos mayores "progresan adecuadamente"
En el momento de su detención y evidenciando su aislamiento del mundo real, ninguno de los hermanos sabía qué era un simple agente de policía. Ahora, semanas después, todos ellos intentan adaptarse a la realidad: los más pequeños, ya han sido dados de alta del Riverside University Health System Medical Center, y viven en diversos hogares de acogida. Los mayores todavía se están recuperando de las secuelas físicas en el Corona Regional Medical Center. En ese mismo centro les han proporcionado un espacio al aire libre para su mejor y más rápida recuperación que "progresa adecuadamente" como declaran los abogados de los hermanos a la cadena norteamericana CBS.
Ante los trece hermanos se les abre un sin fin de posibilidades que les fueron coartadas por sus padres. Un mundo que les resulta extraño pero que ya han empezado a conocer. Tanto es así, que ya se han hecho fans de la saga cinematográfica de 'Harry Potter'; e, incluso, están empezando a coger gusto a las tablets: algunos de ellos se han convertido en adictos a los iPads. No solo han empezado a navegar por internet, sino también, a comunicarse con sus hermanos más pequeños a través de Skype.
Un "gran reto, decidir qué van a leer o qué van a hacer"
Sin embargo, al carecer de estudios, los hermanos mayores están empezado a recibir pequeñas lecciones jurídicas básicas para hacerles comprender que como seres humanos y adultos tienen unos derechos y deberes; además, de entender que pueden tomar sus propias decisiones, ideas y opiniones. Uno de sus abogados afirma que esto supone un "gran reto, decidir qué van a leer o qué van a hacer. Son decisiones nuevas que tienen que tomar todos los días y que les fortalecen positivamente".
Los hermanos Turpin ya empiezan a generar o crear sus propios deseos y anhelos de cara a su futuro. Unos planes que van desde excursiones a la playa o la montaña. Algunos de ellos, incluso, quiere estudiar. De hecho, Osborn, uno de sus abogados, ha asegurado que "todos tienen sus propias aspiraciones y están muy emocionados. Algunos ya están planificando su futuro y quieren estudiar en la universidad".
Ya empiezan a generar anhelos artísticos
Como era de espera de los hermanos mayores poco a poco se van adaptando a la vida real y los anhelos artísticos se van apoderando de ellos; de hecho, varios medios estadounidenses han publicado que varios de ellos están aprendiendo a tocar la guitarra: "Se interesan por la música y han estado tocando guitarras acústicas". Ya están empezando a tocar canciones de John Denver.
Todas las autoridades locales entre las que se incluyen el propio centro, los abogados y la alcaldesa de Corona, municipio donde están hospitalizados los hermanos mayores, han estado muy pendientes de la evolución de los Turpin. La regidora del centro ha comentado que "son niños muy cálidos y cariñosos. Todo el mundo los aprecia. Algunos nunca habían visto un cepillo de dientes en su vida. Las cosas que damos por sentadas significan mucho para ellos".
A cada uno de los trece hermanos les espera un futuro brillante por delante y solo el tiempo dirá qué consecuencias psicológicas les has dejado su "estancia" en la Casa de los Horrores.