En todas las sociedades y culturas hay tradiciones que se pueden considerar un auténtico despropósito; y si en España aún tenemos algunas tan arcaicas como la tauromaquia, en Kirguistán estamos hablando del conocido como "rapto de la novia", algo que resulta muy chocante visto desde fuera.
El rapto de la novia consiste en, como su propio nombre indica, un secuestro que finaliza en boda. El 50 % de los matrimonios en Kirguistán se realiza de esta manera: un hombre decide que quiere casarse con una mujer en cuestión, y en lugar de tratar de enamorarla o de conquistarla, lo que hace es secuestrarla. Suele suceder de noche, pero se puede hacer de docenas de maneras, como explican Zanarkul Dokturbekova y Nagima Shukurbekva, dos jóvenes kirguís, a Código Nuevo. Puede que en lugar de usarse la fuerza bruta se opte por el engaño o la mentira, pero el fin siempre es el mismo: obligar a la mujer a que se case con el hombre. En ocasiones se recurre incluso a la droga para conseguirlo.
Una vez que la chica haya sido secuestrada, el hombre la llevará a un recinto preparado con todo lo necesario para que se lleve a cabo la boda. Ella estará constantemente acompañada por las mujeres de la familia de su futuro marido, que se encargarán de prepararla para que esté guapa el día de su boda. Una boda que ella no ha elegido, que no ha buscado y que preferiría evitar, pero de la que difícilmente podrá escapar.
Durante horas, e incluso días si es necesario, la futura novia se verá acosada por estas mujeres, que insistirán en hacerle ver que la boda es su única salida. En el momento en el que ella cede, poniéndose el velo nupcial (conocido como jooluk), la boda podrá llevarse a cabo. Es necesario que se ponga este velo, puesto que está prohibido que una novia se case por obligación, y al ponérselo está señalando que lo hace voluntariamente. Obviamente, no es cierto: no es algo que ella haya elegido, es un rapto en toda regla, que muchas veces acaba con una violación para sellar ese matrimonio.
Estar casada con tu propio secuestrador
A partir de ese momento, la mujer estará oficialmente casada con el hombre que la ha secuestrado. Normalmente, estos raptos suelen ser secuestros forzosos; según un estudio realizado por Russel Kleinbach, solo un tercio de estos raptos son consensuados y responden a una especie de ritual.
Las dos chicas entrevistadas por Código Nuevo han vivido de cerca estos raptos, aunque ninguna en su propia piel. El caso de la mejor amiga de Nagima es un claro ejemplo de hasta qué punto la sociedad promueve este tipo de raptos.Su mejor amiga fue secuestrada por su novio tras finalizar el instituto, antes de tener tiempo siquiera de estudiar en la Universidad. Él le había propuesto matrimonio, pero ella lo había rechazado porque quería estudiar una carrera. Y aunque el chico lo comprendió en un primer momento, su familia comenzó a presionarle para que la raptara porque no sería un hombre si "permitía" que ella estudiara. Es un caso que no acabó tan mal, puesto que estábamos hablando de una pareja que decidió estar junta por amor pero, aún así, fue él el que tomó la decisión de casarse y ella la que no tuvo derecho a opinar.
Los hombres también se ven presionados, en algunos momentos, a realizar este tipo de actos. Nagima explica que conoce el caso "de un chico que intentó el rapto tres veces, pero ella logró escaparse siempre. El chico se suicidó tras el tercer intento porque no podía soportar la presión de los padres. Y precisaente ellos empezaron una campaña de desprestigio contra la chica en todos los medios locales. Dijeron que era una puta, y la culparon de la muerte de su hijo". Porque, a fin de cuentas, las mayores perjudicadas de esta imposición patriarcal son las mujeres.
Cuando una chica es secuestrada se presupone una violación, haya ocurrido esta o no. Si una mujer logra escapar de un secuestro, todo el mundo lo sabrá y la considerarán impura, puesto que la señalarán como una mujer que ya no es virgen. A partir de ahí, provocará que le cueste mucho más trabajo encontrar un matrimonio de verdad.
Aún no se ha ilegalizado esta tradición
La prima de Zanarkultambién vivió un rapto en primera persona. "No me ha querido explicar cómo sucedió, pero sé que fue por la noche y que ella estuvo muy nerviosa hasta la madrugada", señala la joven. Como la familia de él no fue capaz de convencerla, fue la propia familia de la chica la que se encargó de hacerle ver que era la mejor decisión. "Mis tíos y abuelos la presionaron para que se casara porque el chico provenía de una familia ancestral privilegiada. Ella les llamó para que le dieran apoyo, pero la familia la obligó a casarse por prestigio social". Y la joven acabó cediendo porque no quería enemistarse con sus familiares.
El rapto de la novia es una de las tradiciones más patriarcales que se pueda encontrar en la actualidad, pero aún no se ha considerado ilegal. Se supone que la policía debería actuar, pero los tribunales de ancianos (aksakal) consideran esto parte de la cultura y, por tanto, algo que debe protegerse. Esto provoca que ambas leyes entren en conflicto directo y las autoridades acaban por no hacer nada.