Marya Tereza H.A. será juzgada por un tribunal popular tras asesinar, con 18 años, a su madre en su vivienda de l'Alcudia de Crespins (Valencia) para robarle y pagar una deuda de 20 euros que había contraído con un camello para obtener marihuana.
Por estos hechos la joven, que actualmente tiene 22 años, será juzgada por los delitos de asesinato y robo con violencia. La Fiscalía ha solicitado una pena de 30 años de cárcel (25 por asesinato y 5 más por robo con violencia) y una indemnización de 80.000 euros.
El novio de Teri, como era llamada por sus amigos, también ha sido encausado por estos hechos. Su caso, sin embargo, ya fue derivado al juzgado de menores, porque entonces tenía 17 años. Por este motivo, actualmente está cumpliendo siete años de condena e incluso ha pasado unos meses en la cárcel de adultos de Picassent (Valencia) porque cuando fue detenido ya tenía 18 años.
Marya Tereza se enfrenta actualmente a la máxima pena por asesinato, 25 años. Se ha impuesto el agravante de parentesco y no se aprecia ninguna circunstancia atenuante, puesto que ambos procesados por este crimen se encontraban en pleno uso de sus facultades mentales.
El informe psiquiátrico de imputabilidad desarrollado por los dos forenses del departamento de Psiquiatría del Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia ha determinado que la joven conserva todas sus capacidades mentales completamente intactas, tanto en conocimiento como voluntad.
Un acuerdo para perpetrar el asesinato
La sentencia de la jurisdicción de Menores señala que Teri y su pareja habían acordado el asesinato de la madre de la joven. No se han determinado todos los motivos, sin embargo, se especifica un aumento de conflictos entre la madre e hija derivadas de la mala opinión que tenía del nuevo novio de Teri y su negativa a seguir dándole dinero, puesto que no trabajan y gastaba todo en la compra de marihuana.
Durante todo el proceso penal, han argumentado que el objetivo del asesinato era obtener dinero para pagar la deuda, que en un inicio situaron en 110 euros y posteriormente fueron reduciendo hasta declarar 20 euros en sus últimas comparecencias.
Fue en abril de 2020, cuando ambos acordaron el asesinato. El novio llegó a la casa familiar con un cuchillo de cocina que había cogido de su vivienda y una barra de pan para justificarse durante el camino. Entonces existían restricciones de movilidad derivadas de la pandemia.
Teri recibió a su pareja en la casa, él fue a la cocina, cogió una botella de amoniaco y arrojó el líquido al rostro de su madre, entonces dormida. Cuando ella se despertó, la golpeó en la cabeza con unas mancuernas y después le clavó dos veces el cuchillo en el pecho.
La víctima se levantó y cayó en el pasillo. El novio la golpeó nuevamente con la parte roma del cuchillo y, en este contexto, su hija se colocó junto a la mujer, todavía agonizante y, después de bajarle el cuello del jersey, le realizó un corte. En ese momento "se detuvo a fumarse un cigarro" y después consumó el asesinato degollándola.
La pareja vació todas las cuentas tras pagar la deuda, en total, 6.249,74 euros extraídos del cajero con una de las tarjetas de las que conocía el pin. Convivieron cuatro meses con el cadáver, hasta que finalmente llegó la Guardia Civil y trasladaron su cuerpo a una bañera, en estado de putrefacción. Por la mañana, con orden de registro, los agentes accedieron al domicilio y les detuvieron.
La acusación pide en este contexto una condena de 25 años de prisión por el asesinato con agravante de parentesco y 5 más por el robo con violencia. Además, exigen una indemnización de entre 78.000 y 80.000 euros, con orden de alejamiento de 25 años tras la salida de prisión de su hermano mayor.