Lo normal siempre es pensar que llegar a la élite del fútbol te garantiza una vida cómoda. El fútbol es el deporte rey, y ser profesional parece completamente unido a una vida distraída, a conseguir sueldos de infarto e incluso rodearte con la flor y nata de la sociedad. Los niños desde pequeños sueñan con ser futbolistas, ídolos de un país, y ejemplos a seguir para la sociedad. Sin embargo, no siempre es así.
Viéndolo desde un punto de vista más profundo, el estereotipo de futbolista en la actualidad está muy acotado. Por norma general, el futbolista tipo no es más que una persona heterosexual acostumbrado a alternar con modelos y mujeres diez. Si se sale de lo considerado como 'común', ya es motivo de conversación, en pleno siglo XXI. Si encima retrocedemos treinta años, nos encontramos con casos como el de Justin Fashanu, primer jugador profesional que salió del armario y que acabó suicidándose por la presión. Las cosas desgraciadamente no han cambiado mucho.
Un delantero listo para triunfar
Justin Fashanu era catalogado como uno de los mayores portentos del fútbol inglés en el inicio de los ochenta. Hijo de un abogado nigeriano, su vida fue complicada desde su niñez, al quedar huérfano cuando era solo un niño. Sin embargo, el fútbol era otra cosa. A base de esfuerzo Fashanu se convertía en el primer jugador negro por el que se pagaba un millón de libras en la Premier League, y su impacto le llevaba al Nothingham Forest llamado a ser el líder de un equipo con solera en Inglaterra.
Sin embargo, todo lo que iba bien en el césped se torcía por su vida personal. Recién llegado a Nothingham, las malas lenguas hablaban de que Fashanu era un habitual de bares de ambiente y que había tenido más de una relación homosexual. El aspecto, que no le afectaría ni por asomo a su juego, concluyendo la temporada por encima de la decena de goles, sí terminó por minar su relación con el entrenador, Brian Clough.
El entrenador no tardaría en apartarlo del equipo, sin ocultarlo en ningún momento. Exigiéndole a Fashanu que "dejara de ir a esos clubes de maricones", el delantero desaparecía de un club que había hecho una gran inversión por él en unos pocos meses. Fashanu desde ese momento comenzaría una carrera del altibajos donde su nivel de juego apenas descendió, pero sí su condición sexual le apartó desgraciadamente del éxito.
Un trotamundos continuo
Los ochenta no fueron nada sencillos para la perla inglesa. Hasta 13 equipos en siete años era el saldo de un Fashanu que llegara a jugar en clubes de la talla del Manchester City o hacer veinte goles en la temporada siguiente de su marcha del Nottingham Forest. Sin embargo, lo que hacía en el césped de poco valía frente a los rumores acerca de su vida sentimental.
Pasando incluso por una dura lesión de rodilla, o cruzando el charco para jugar en Estados Unidos, la carrera de Fashanu estaba hundida. Llegando a firmar por equipos semiprofesionales teniendo que ejercer hasta de entrenador-jugador, finalmente con la llegada de 1990, el delantero decidía ir de frente y confesar su homosexualidad. Luego de quince años de silencio, Fashanu pensaba que afirmarlo podría ser el inicio de una nueva época más próspera en su carrera. Sería todo lo contrario.
En una entrevista en portada del diario sensacionalista 'The Sun', Fashanu hablaba sin complejos de su homosexualidad, incluso llegando a hablar de sus escarceos amorosos con personas influyentes de la sociedad civil e incluso de la esfera política inglesa. Lo que era balsámico para el futbolista luego de tantos años de silencio, jugaría en su contra por completo.
Prensa del corazón y una horca
Si el futbolista había sufrido descalificaciones durante toda su carrera, descubrir su homosexualidad terminó por destrozarle. Teniendo incluso a su familia en contra, con su hermano arremetiendo en prensa contra él por su vida personal, Fashanu terminó por ver en la prensa del corazón una buena vía de subsistir.
Aún deambulando por el mundo del fútbol y firmando por clubes de Suecia, Escocia, Australia y Estados Unidos, era sin embargo sus líos amorosos lo que copaban portadas en Reino Unido.
Incluso por evitar más habladurías, Fashanu iniciaría una relación sentimental con la actriz Julie Goodyear. El idilio apenas pudo tapar la vida privada del futbolista, el que era perseguido día y noche por paparazzis.
Finalmente, la historia acabó en tragedia. En 1998, un joven inglés denunció a la policía un intento de agresión sexual por parte de Fashanu. Pese a que la policía investigó y no encontró indicios de ningún delito, sería la prensa inglesa la que publicaría sin problemas que Fashanu había sido detenido y sería juzgado. En este entuerto, apenas quince días después el delantero aparecía ahorcado en un garaje abandonado de las afueras de Londres. Junto a su cuerpo dejaba una carta que pedía "no ser más una vergüenza para su familia y amigos, ya que había sido declarado culpable sin hacer nada".
Así acababa la historia de un futbolista de cualidades envidiables al que su vida personal le llevó al desastre. En un pensamiento retrógrado y homófobo como el de la Inglaterra de los ochenta, Fashanu fue víctima de una sociedad aún no preparada para digerir la diversidad sexual en el deporte de élite. La pregunta es, ¿Estamos preparados a día de hoy? La duda aún existe, e historias como estas muestran que queda mucho camino por andar aún.