"Ha habido maricones toda la historia de la humanidad". De esta manera expresaba Paquita Salas, protagonista de la serie con su mismo nombre, su enfado porque, en el universo de la ficción, en 'El secreto de Puente Viejo' no querían a uno de sus representados porque "le sube mucho de pluma". "¿Qué hago, le bajo la pluma?", lanzaba con la boca llena para tratar de calmarse. Pese a lo cómico del momento, convertido en un meme viral, aquello dejó un potente mensaje sobre el que cabe reflexionar: el problema, más que ser maricón, es parecerlo.
Aquel sketch adquiere relevancia si atendemos a la polémica suscitada por dos hechos que, si bien separados en el espacio y en el tiempo, han dejado ver una problemática que, de nuevo, vuelve a relegar al colectivo LGTBIQ a los márgenes. ¿Sus protagonistas? Bad Bunny y Eduardo Casanova, un hombre heterosexual y otro gay que, habiendo jugado los dos con el género a la hora de vestir, solo uno de ellos se ha llevado barreños de odio.
El cantante puertorriqueño se convertía en imagen de la marca Jacquemus luciendo en la campaña fotográfica con prendas identificadas tradicionalmente como femeninas. Las imágenes, en las que aparecía con un vestido rosa e incluso unos tacones azules, no tardaron en hacerse virales despertando aplausos y vítores. El intérprete de 'Callaita' o 'Safaera' se convertía en una especie de héroe por atreverse a desafiar los estereotipos de género y desechar la masculinidad tóxica.
No es la primera vez que Bad Bunny hace algo similar. En marzo de 2021, para el lanzamiento de su single 'Yo perreo sola', probó el drag para su videoclip. Con peluca, tacones, maquillaje y pechos de látex consiguió llamar la atención de todo el mundo y, de nuevo, dar de qué hablar y poner sobre la mesa el debate sobre los estereotipos de género. Qué revolucionario que un hombre juegue de esta manera con los límites del género, ¿verdad? ¡Un pionero!
Si Paquita Salas subrayaba que los "maricones" han existido toda la vida, los travestis también. Y no solo ellos. El colectivo trans ha puesto su vida por delante de los límites de género para lograr cierto reconocimiento y respeto. ¿Qué ocurre? Cuando esto viene de un hombre cishetero, parece tener más valor. Porque si tiene pluma genera rechazo. Es más, en la imagen de Jacquemus Bad Bunny aparece sacando músculos, dejando claro que es un "macho", que su masculinidad sigue intacta.
Pocos días después de las imágenes de Jacquemus, en España se celebró la 36ª edición de los Premios Goya. En el evento llamó especialmente el atuendo elegido por Eduardo Casanova, que optó por un curioso esmoquin palabra de honor de color negro cuajado de lazos rosas de gran tamaño en sus hombros y otro de grandes dimensiones en la parte de atrás formando una cola. Además, para completar el outfit, acudió con el pelo teñido de rosa.
Un look a cargo de Mans Concept que marcó la diferencia con el resto de hombres invitados. El posado del actor y director tampoco tardó en viralizarse aunque, a diferencia del caso de Bad Bunny, fue por motivos totalmente opuestos. Los ataques homófobos contra Casanova se multiplicaron en redes sociales con mensajes de odio en los que incluso llegaban a llamarlo "sidoso".
"La serofobia es muy peligrosa y contribuye aún más al estigma de las personas seropositivas. Es un mensaje de odio homófobo y serófobo, y creo que entre todos debemos denunciar a esta persona y hacerla entender lo confundida que está, lo antigua que es y el daño que puede hacer", ha denunciado el madrileño.
Harry Styles y Billy Porter
En los últimos tiempos, los límites entre lo masculino y lo femenino se han ido difuminando en la moda. Siguiendo con el ejemplo de hombres que rompen ciertas "normas", Harry Styles es uno de los artistas que más han navegado en esta dirección, lo que lo ha encumbrado como referente en esta cuestión. Sí, de nuevo un hombres cisheterosexual. Y blanco.
Tal fue el furor despertado por el exintegrante de One Direction que Vogue lo llevó a portada, siendo el primer hombre en aparecer en solitario en la misma, en la que apareció con un vestido de encaje y una chaqueta de esmoquin. Así, la reconocida revisa de moda plantó la conversación sobre la moda no binaria. Algo que no gustó nada a Billy Porter.
El actor protagonista de 'Pose', en una entrevista conceda a The Sunday Times, se sinceró sobre la decisión de la revista. "Siento que la industria de la moda me ha aceptado porque tiene que hacerlo [...] No estoy necesariamente convencido y este es el motivo. Creé la conversación (sobre moda no binaria) y, sin embargo, Vogue todavía puso a Harry Styles, un hombre blanco heterosexual, con un vestido en su portada por primera vez", señaló.
Lo cierto es que Porter lleva años luchando por derribar ciertos muros, más altos en su caso al ser negro y homosexual. No son pocas las alfombras rojas que se ha recorrido con un estilo completamente ambiguo. "A él no le importa, solo lo hace porque es lo que hay que hacer. Esto es política para mí. Esta es mi vida. Tuve que luchar toda mi vida para llegar al lugar donde podría usar un vestido para los Oscar y no ser atacado. Todo lo que él tiene que hacer es ser blanco y heterosexual", agregó, recordando el icónico traje/vestido diseñado por Christian Siriano que lució en los Oscar 2019.
Salirse de la norma solo está permitido cuando vives en ella
El debate está servido. No cabe duda de que es positivo que personas cisheterosexuales también se planten ante las imposiciones de género, pero cabe hacer una reflexión. Esto no puede quedar meramente en lo estético (pintarme las uñas o ponerme una falda) y, desde luego, esto no debe utilizarse meramente como estrategia de marketing convirtiendo lo queer en una simple moda.
El compromiso para con las disidencias ha de ser una realidad. Siguiendo con Bad Bunny, en multitud de ocasiones ha reivindicado los derechos del colectivo LGTBIQ. Lo abrazamos y es un aliado necesario. Esta reflexión no es para criticar su manera de jugar con el género, sino para que repensemos y analicemos la forma en la que recibimos estos mensajes dependiendo de quién los lanza.
Personas cisheterosexuales ayudan a amplificar el mensaje y a que personas que se expresan de manera no normativa se sientan más cómodas. Pero hay que tener cuidado con ver a quién convertimos en abanderados. Aplaudamos a quienes, de manera puntual, salen de la norma, pero esto no sirve de nada si los que viven fuera de ella continúan recibiendo odio.