Por fin ha regresado a nuestras vidas el gran fenómeno televisivo de la década. La séptima temporada de 'Juego de Tronos' llega repleta de incertidumbre, teorías y un hype por las nubes, después de que la ficción nos ofreciera con el 6x10 uno de los mejores episodios de la serie hasta la fecha.
Después de seis temporadas, y más de medio centenar de capítulos a sus espaldas, 'Juego de Tronos' afronta su recta final convertida en un auténtico fenómeno de masas: un éxito sin parangón que quizás pocos esperaban cuando HBO estrenó los primeros capítulos.
Sin duda, una de las principales razones del reconocimiento y éxito internacional de 'Juego de Tronos' reside en sus personajes: un reparto coral inmenso, con muchas aristas y personalidades complejas, que está además perfectamente adaptado al terreno audiovisual desde el relato de las novelas de George R. R. Martin.
El cominzo de la séptima temporada de la ficción de HBO ha servido, como de costumbre, para sentar las bases de todo lo que viene a continuación: un embudo cada vez más cerrado con todos los elementos a punto de estallar, que va a juntar diferentes tramas y diferentes protagonistas después de todos estos años. Pero sobre todo, ha servido para afianzar algo que 'Juego de Tronos' nos venía diciendo desde hace tiempo: en este mundo, son ellas las que están manejando los hilos de poder.
Ahora que el feminismo es un término que ya no nos es desconocido, y que el debate sobre el mismo ha alcanzado las esferas públicas -y la industria del entretenimiento-, es pertinente centrarnos un poco más en la representación que 'Juego de Tronos' hace de la mujer.
Enmarcada dentro del cable Premium y de un canal con series tan llenas de testosterona como es HBO, el logro de la ficción reside en crear y retratar a mujeres fuertes, independientes, inteligentes y empoderadas; un arquetipo que vimos nacer ya con Khalessi y que ha ido desarrollándose hasta ser la máxima de casi todos los personajes femeninos.
Ojo, no pretendemos engañar a nadie. Además del marco en el que 'Juego de Tronos' actúa -la televisión estadounidense, donde por ejemplo el desnudo masculino está todavía muchísimo más cotizado que el femenino-, la ambientación pseudomedieval de la ficción propone una atmósfera social machista en la que la mujer es un objeto, una figura sumisa a la orden de quien convenga.
El caso de Sansa Stark
Es por esto por lo que es especialmente importante que veamos reflejadas en pantalla mujeres arrolladoras, aunque muchas veces injustamente tratadas por la audiencia por el simple hecho de serlo. Porque en una realidad como la que se nos presenta, es complicado -como televidente- ver a una mujer siendo maltratada, vejada y violada constantemente; la postura fácil es odiar al personaje por no "escapar" de su "situación". Especialmente sangrante es el caso de Sansa Stark, una joven que no viene más que a representar a una mujer normal, pero es continuamente tachada de plana, estúpida, sosa, aburrida o "niñata" por gran parte del público masculino.
Mientras hay quien reivindica la valentía y la entereza de la legítima Reina del Norte -y saca a la luz muchos "problemas" de la audiencia-, todavía hoy aparecen medios de comunicación empeñados en echar por tierra el personaje, y el gran trabajo de Sophie Turner. La propia actriz explicaba recientemente en Entertainment Weekly que su personaje no es merecedor del Trono de Hierro, pero sí de gobernar Invernalia. "La Stark que debe manejar Invernalia debe ser Sansa, porque se lo merece", explica la actriz. "Es una líder natural, pero no creo que ella quiera el Trono de Hierro en absoluto". Para varios de sus compañeros de reparto, por cierto, Sansa sí merece ser quien mande sobre los Siete Reinos.
En este contexto, en el que las mujeres funcionan como pequeños peones que los hombres utilizan como quieren, la ficción ha optado por dotar a las protagonistas de un poder que pocas veces les ha pertenecido. 'Juego de Tronos', más allá de mostrar la crudeza de un mundo hostil, da un paso en el retrato de las protagonistas, otorgándoles roles y estatus que en las históricas muestras culturales han pertenecido a ellos: son aventureras, son curiosas, son fuertes, son guerreras, son inteligentes.
Mujeres líderes de sus propias causas
Tenemos a Cersei, la actual dueña del trono, con tanta capacidad de acción como para volar una iglesia por los aires con todos sus enemigos dentro; a Khaleesi, el ejemplo más claro de lo que es 'Juego de Tronos', una Wonder Woman que ha superado todas y cada una de las barreras que los hombres iban poniendo en su camino; a Arya, convertida ya en una gran guerrera dispuesta a vengar a su familia... Y como decíamos, también tenemos a Sansa -entre muchas otras, por supuesto. Impagable la nueva aparición de la pequeña Lyanna Mormont-.
En este aspecto, parece que por fin George R.R. Martin y compañía han decidido darnos una tregua. Y es que después de ver el maltrato que un personaje ha sufrido durante seis temporadas, los espectadores nos merecemos que las cosas vayan bien. Gracias a Sansa, Jon consigue su posición de poder verdaderamente legitimada en los últimos episodios de la sexta temporada, y estamos viendo cómo la Stark ha aprendido a la fuerza a moverse en un mundo de hombres, cruel y violento.
Por eso, más allá de Khaleesis voladoras y Cerseis viscerales, todos queremos que a Sansa le vayan las cosas bien. Quizás porque, a pesar del ambiente fantástico en el que 'Juego de Tronos' se desarrolla, su realidad es fácilmente identificable en nuestro día a día y despierta una empatía compleja e incómoda.
Y con el entramado de tronos ya definitivamente establecido sobre el tablero, parece que todos los grandes escenarios de batalla los van a manejar ellas: Cersei, Daenerys, Arya o Sansa se posicionan ahora como las auténticas líderes de sus propias causas -en el caso de Sansa, ella es el pequeño "meñique" de su hermanastro-. Que empiece, ahora sí, el Juego.