'Juego de Tronos' ha puesto punto y final a la serie tras el sexto capítulo de su octava temporada y ya se la echa de menos. Una ficción que, sin duda, ha cambiado la manera de entender la televisión y ha supuesto un antes y un después para este medio. David Benioff y D. B. Weiss, convertidos en villanos para muchos seguidores, han decidido cerrar el círculo tras una última temporada totalmente polarizada en cuanto a opinión.
¡Aviso! ¡Spoilers!
La realidad es que la serie de HBO lleva a la pequeña pantalla los mundos creados por George R.R. Martin. Y ha conseguido dejar una huella imborrable en el imaginario colectivo y en la televisión. Porque 'Juego de Tronos' se convirtió en pocos años en un auténtico fenómeno global sin comparación; en algo imparable. Con el capítulo 'El Trono de Hierro', se pone fin tras más 73 episodios al final de una era: la de la catarsis colectiva. Aquella en la que millones y millones de personas se cogían de la mano -virtualmente-, y vivían a la vez las mismas emociones.
La 7ª temporada fue el antecedente
Este fenómeno mundial televisivo que será muy difícil -que no imposible-, de reproducir en los próximos años, ha cerrado las puertas de Poniente para siempre rodeado de división en cuanto a la calidad de su octava temporada. Se puede decir que estos seis últimos episodios no han sido precisamente un camino de rosas y, de alguna manera, se comprende por la dificultad que guarda cerrar una serie de tal magnitud donde es muy difícil contentar a todas las partes. En ese pernicioso juego entran las expectativas, los deseos, los anhelos y las teorías que se han ido fabricando a lo largo de estos años.
Los ánimos se fueron caldeando según transcurría la última temporada y la Batalla de Invernalia fue el detonante para que todo explotara en mil pedazos. Pero los problemas narrativos ya venían de antes. En la séptima temporada, ya se empezaron a levantar las primeras voces discordantes sobre lo que estaba ocurriendo, pero las costuras aún resistieron el envite. Los personajes empezaron a perder la profundidad que tenían en los libros, a la vez que 'Juego de Tronos' -la serie-, se alejaba de ellos. La narración pisó el acelerador y poco a poco todo se fue deshilachando de una manera irreversible.
Descuido por la narrativa
Las consecuencias de estas terribles prisas por llegar al final se materializaron en una octava temporada que es víctima y verdugo de 'Juego de Tronos'. Donde antes reinaba el sosiego, el mimo y el detalle narrativo comenzó a reinar el descuido, la brusquedad y los simples golpes de efecto. La historia dejó de cocinar sus tramas y sus personajes a fuego lento para llevar al público de forma abrupta hacia el final de un relato que se merecía mucho más.
El guion y todo lo que ello conlleva, se descuidó en pos de la espectacularidad y los giros sorpresivos; pero lo que se dejó de lado realmente fue el camino. Para mí, ahí reside el gran problema de la octava temporada más allá de quién se siente o no al final a gobernar en Poniente. Se rompa o no se rompa la rueda que tanto prometía la tirana y loca Daenerys
Aquí, lo que ha fallado no son las expectativas y ni el anhelo de que se cumpla tal o cual teoría sino el de un texto que se ha descuidado al extremo: algunos arcos de personajes fallidos y mal desarrollados, agujeros de guion, elipsis temporales -nunca fueron el fuerte de 'Juego de Tronos'-, una fallida estructura de la temporada o dar excesiva relevancia a secundarios y escenas que se han comido tiempo para desarrollar lo importante, entre otras, han sido algunos de los verdaderos culpables de que el tramo final haya salido tan sumamente malparado para a nivel global.
El texto dejó de ser el ángel de la guarda
A nivel personal me duele en el alma hablar de así de una de mis series favoritas y que fui uno de los primeros que la seguí cuando apenas nadie la conocía a escala global. Sin embargo, es cierto, que muchos de los protagonistas que han llegado al final han sido sumamente maltratados por texto que dejó ser el valor seguro de 'Juego de Tronos', para ser víctima de la espectacularidad y del golpe de efecto. El guion dejó de ser el ángel de la guarda de una ficción que transpiraba política, filosofía, épica y lírica. Algo inspirador y que ha marcado a una generación.
No estoy molesto con el cambio final de Daenerys -lo más polémico de la última temporada-, y, sí, los ingredientes estaban ahí, pero la velocidad transatlántica -en todos los personajes y aspectos- que contaminó al guion hizo que un cambio que podría resultar orgánico resultase tan excesivamente brusco hiciera aguas. Sin embargo, son muchos los personajes que no han terminado de cuajar en su último viaje en 'Juego de Tronos: Tyrion, Jon Snow, Bran o Jaime Lannister, Cersei etc.
Hay personajes y arcos de la historia que si me han parecido interesantes. Los dos primeros episodios y la gran batalla con el Rey de la Noche fueron muy buenos y de los cuales disfrute mucho. Después cayó todo en picado -por las malditas prisa-. En cuanto a personajes me quedo con Sansa Stark, Arya Stark, Lyanna Mormont o Sir Davos.
Un final que 'salva' los muebles
Avanzando hacia el episodio final, conclusión de todos los males endémicos que ha sufrido la octava temporada, se puede decir que hasta un punto han salvado los pocos muebles que quedaban -a pesar de que ya es el peor episodio valorado en imdb-. Me quedo con la sensación de que, a pesar de ser un epílogo muy corriente, le ha faltado algo de emoción y sangre en las venas, quizá consecuencia de que todos los clímax, personajes y complejidad se habían ido quedando por el camino.
Un cierre previsible y sin demasiada fuerza para Dany, una 'ruptura' de la rueda gracias a un concilio de poderosos, una Sansa que se convierte en Reina del Norte y cierra a la perfección su arco, una Arya con un final acorde a la personalidad del personaje, un Jon comienza un nuevo futuro más allá del muro, un Tyrion que se asoma a lo que un día que fue en 'Juego de Tronos', un Drogon que da seguramente la escena más emotiva y con rabia al ver a su madre muerta en el suelo para luego quemar el Trono de Hierro o, por último, como giro final el de Bran -el Cuervo de los Tres Ojos-, como el nuevo Rey de Poniente. Estas son algunas de las últimas escenas que cierran de la historia, en la que se "salvan" lo muebles entre la nostalgia y lo convencional.
El final de una de las series de la era le he recibido entre la nostalgia de lo que fue y la decepción que ha sido. Sin embargo, no dudo que 'Juego de Tronos' con el paso del tiempo sólo preservará su verdadera y buena esencia, cuando el mundanal ruido del planeta poco a poco se vaya extinguiendo. Ya se ha ido y, a pesar de sus defectos, ya la estoy echando de menos.