Dylan McWilliams es un joven estadounidense con una vida repleta de aventuras a pesar de tener solo 20 años. Y no es por visitar numerosos paisajes tropicales, escalar árboles por hobby y trabajar en un rancho, que también. Si McWilliams se ha hecho famoso ha sido porque, en apenas cuatro años, ha sobrevivido a los ataques de una serpiente de cascabel, de un oso y de un tiburón. Casi nada.
Tras ser mordido por un tiburón en la pierna derecha, el joven nacido en Colorado decidió contar su historia a un medio local hawaiano, el Honolulu Star Advertiser. Rápidamente, su afán por sobrevivir a la muerte le ha deparado entrevistas por todas las partes del mundo.
El tiburón tigre, su último enemigo
El pasado jueves 19 de abril, McWilliams se disponía a surfear en Poipu, una zona de la isla de Kauai (Hawaii) en la que se concentran olas de gran tamaño. Al poco de iniciar la jornada de surf, notó un dolor agudo en su pierna derecha. "Al principio sentí pánico. No sabía si había perdido mi pierna", comenta al Honolulu Star Advertiser.
Entonces, el estadounidense pudo verlo a la perfección. A escasa distancia estaba lo que parecía ser un tiburón tigre de unos dos metros de largo. McWilliams nadó lo más rápido que pudo hacia la orilla, rezando para que no le persiguiera el tiburón. "Esta fue la peor parte. No sabía dónde estaba el tiburón, y si volvería a por mí de nuevo".
Finalmente, logró llegar a la orilla. Tenía la pierna derecha sangrando, pero sin graves consecuencias. Bastaron siete puntos de sutura para solucionarlo y que quedara en una anécdota. Otra más para él.
El oso y la serpiente de cascabel le crearon más problemas
¿Qué es una mordedura de tiburón para una persona que ha escapado de las garras de un oso? Hace tan solo nueve meses, McWilliams acudía a un campamento de verano en Colorado. Todo parecía ir bien hasta que apareció un oso de gran tamaño dispuesto a destrozar la convivencia. Mientras todos dormían, el mamífero irrumpió con tan mala suerte para nuestro protagonista que la tomó con él.
Mientras lo lanzaba por los aires y le agarraba bruscamente, el joven iba perdiendo y recuperando el conocimiento. En uno de esos momentos, sacó fuerzas de flaqueza y le metió el dedo en el ojo al oso, consiguiendo así liberarse de sus garras, lo que aprovechó para escapar.
A pesar de la foto que subió a Facebook sonriendo tras el suceso, los daños sufridos en la cabeza le pasaron factura. "Si aprieto la parte de atrás de mi cabeza, todavía me duele", asegura al medio hawaiano. Los arañazos en su frente desaparecieron, al contrario que las marcas de sus dientes.
El primer precedente que atestigua que los animales le tienen manía sucedió hace poco más de tres años. En un viaje por Utah, una serpiente de cascabel le mordió e inyectó veneno en su cuerpo. Solo la rápida atención médica evitó que el veneno se expandiera y le provocase serios contratiempos. Solo estuvo enfermo unos días.
"Mis padres están agradecidos de que siga vivo", bromea. Desde luego, a ver quién se atreve a viajar con él a partir de ahora.