En el año 2015 Paulina Casillas, de 23 años y natural de la provincia mexicana de Guadalajara, tenía constantes rencillas con su familia, que no aceptaba su afición por los tatuajes y las modificaciones corporales. Los habituales conflictos la llevaron a cometer un acto que la protagonista califica actualmente como "imprudente" e "impulsivo".
Tal y como revela al medio británico Daily Mail, Casillas decidió extirparse el ombligo con el objetivo simbólico de "quitarse" la unión física que tenía con su familia. "De alguna manera quería desprenderme de todo, así que decidí quitarme el ombligo", ha asegurado.
La piel extirpada se la regaló a su novio dentro de una pequeña bolsa con una nota que decía "te amo", en señal de su amor: "Estaba muy enamorada de mi novio de entonces, él me apoyó en muchos momentos difíciles y es una de las personas más influyentes de mi vida. Fue algo que hice en el impulso del momento, éramos jóvenes y estúpidos, pero así es como me sentía".
La operación no salió como esperaba
Para la intervención, la joven acudió a un profesional de su confianza. Sin embargo, la recuperación no fue como ella creía, ya que, según explica la mexicana, no le dieron buenos consejos para curar la herida y se le infectó. "Sufrí, estuve días enteros en la cama como si estuviera en cuarentena, no podía estirarme, empujar, lavantarme o reírme". Comenta también que finalmente se curó solo, pero le quedará marca para siempre.
La joven confiesa que la relación con sus padres ha mejorado mucho desde este hecho y ahora se da cuenta de lo irreversible de su decisión. También se muestra apenada por cómo hizo sentir a su madre: "Me arrepiento cuando me pongo en la posición de mi madre, tuvo que haber sido devastador para ella, estaba tan triste". Actualmente siente que ha madurado y le ha enseñado a pensar las cosas dos veces antes de hacerlas: "Aunque lo hice por las razones equivocada, me ha enseñado a que debo pensar antes de actuar y es un buen recordatorio que me caracteriza".