Zhang Xinlei está completamente conmocionado: su hija de dos años se muere. La pequeña padece una enfermedad incurable que está destruyendo sus glóbulos rojos y por la que sus padres se han gastado todos sus ahorros. Ahora necesitan 13.000 euros más que ya no pueden costear.
Ante la gravedad de la situación, sus padres ya no saben qué hacer, puesto que la talasemia que padece la niña está acabando con su vida. Únicamente se pueden realizar transfusiones de sangre regulares, aplicar suplementos de folato y transplantar su médula. Todo ello, con el fin de alargar su vida por un tiempo indeterminado.
Pero su muerte prematura ya está escrita y nadie puede evitarla. Por ello, y porque su estado ya es crítico, sus padres han decidio comenzar a prepararla (y a prepararse mentalmente también) para afrontar un duro trance que les ha dejado completamente arruinados y desolados: la muerte de su hija puede llegar en cualquier momento.
En un halo de desesperación, los padres han decidido comenzar a acudir diariamente a la que será la futura tumba de su pequeña para jugar y pasar el rato en su interior en compañía de la menor.
Su intención es la de vincular el espacio con momentos agradables de la pequeña para poder recuperarla alegremente cuando vayan a visitarla. Y, de paso, para que la pequeña intente normalizar y comprender un destino para el que era demasiado joven.
"Todo lo que puedo hacer es estar con ella todos los días", ha declarado el padre, que ahora quiere que la pequeña tema en la menor medida de lo posible su futura muerte y viva feliz lo que le queda de vida.