El 7 de septiembre de 2003 se estrenaba el primer capítulo de una de las series que han hecho historia en España: 'Aquí no hay quien viva'. De la mano de Antena 3 todos y todas nos mudamos a la calle Desengaño 21 para vivir en una peculiar comunidad de vecinos que no hacían sino ser el fiel reflejo de nuestra sociedad, lo que acabara siendo una de las claves de su arrollador éxito.
Con motivo de su 20 aniversario, el periodista Javier P. Martín rinde homenaje a la ficción con ''Aquí no hay quien viva'. Detrás de las cámaras: la delirante historia de esta nuestra comunidad', libro en el que recoge los testimonios de gran parte del equipo de la serie, desde directores, guionistas y actores a productores y equipo técnico, sirviendo de historia oral del fenómeno.
"Todas las entrevistas las he desmontado y las he montado en un relato en el que yo hablo poco. Para mí eso es un gran acierto porque tiene más gracia que ellos mismos te estén contando el infierno que vivieron, las anécdotas que tuvieron y el cariño que le tienen a la serie", expone el autor.
Una cosa deja clara y es que el libro está lleno de contradicciones: "Es la memoria lo que lo que juega malas pasadas. Al final es como una cena familiar en la que de repente estás hablando de un viaje de hace 20 años y cada uno tiene una versión ligeramente distinta pero todas son un poco verdad".
El papel de los hermanos Caballero
Contando con el apoyo absoluto de los hermanos Caballero (el prólogo corre a cargo de Alberto), el de Almansa analiza el papel que jugaron en las malas condiciones de trabajo durante el rodaje de 'Aquí no hay quien viva': "Fueron responsables hasta cierto punto. No pudieron por falta de experiencia y por la edad que tenían imponerse a su tío, José Luis Moreno, y a la cadena que fueron firmando capítulos y más capítulos a pesar de que no había unas buenas condiciones para sacar adelante esos capítulos".
No obstante, prefiere poner el foco lo "perfeccionistas" que eran. "Normalmente una serie se hace con muchas manos. Hay un showrunner, lo que se llama ahora un productor ejecutivo, que toma las decisiones más importantes pero que delega en una sala de guionistas y en un equipo de directores para hacer la mayor cantidad de capítulos posibles en el menor tiempo posible y con los menores recursos posibles", expone, señalando que esto no sucedía en la serie de Antena 3.
"Aquí Laura Caballero dirigió el 90% y Alberto Caballero escribió el 100%, con ayuda él estaba siempre. En ese en esas condiciones es imposible sacar adelante una serie", valora. "Eran tan, tan proteccionistas y tan perfeccionistas de su contenido, que no confiaban en nadie. Eran incapaces de delegar y formar equipos", agrega, aunque subraya que, precisamente por ello, eran los primeros en sufrir las consecuencias así como el resto del equipo: "Trabajaban como dos mulas. En el pecado llevas la penitencia", apostilla el autor.
Todo ello, unido al arrollador éxito que cosechó, provocó que la serie se quemara tan rápido: "Ellos ellos mismos lo dicen. Dicen que los capítulos de la última etapa no son tan buenos porque estaban cansadísimos". "Si el equipo está cansado, si el reparto está cansado, si los capitanes del barco están cansados, es imposible sacar una serie en las condiciones óptimas", lamenta.
Claves de su perdurabilidad
A pesar de haber pasado 20 años desde su estreno, 'Aquí no hay quien viva' es de esas series que permanece en el imaginario colectivo. Según Javier P. Martín, eso se debe a que, "a pesar de que técnicamente era un poco vieja y un poco acartonada", ha conseguido "ser atemporal gracias a sus buenos guiones y a sus buenos personajes tan bien interpretados".
Por otra parte, el autor destaca que "hace un retrato de una España de perdedores con la que todos nos podemos sentir identificados". "Es un retrato de una clase obrera bastante digno", recalca. En este sentido, también explica la capacidad de la ficción de los hermanos Caballero de sumar a nuevas generaciones, especialmente de la mano de Belén López Vazquez, personaje interpretado por Malena Alterio: "Hay un retrato de una generación joven que no tiene un futuro claro, que vive en la precariedad, que está jodida en las relaciones amorosas también, que nada le va especialmente bien y sin embargo ahí siguen". "La generación Z se ve un poco reflejada en ese retrato, tristemente", aprecia, para acabar con una mítica frase de la del 3ºB: "Perdona, pero yo hacía gimnasia rítmica de pequeñita".