Israel se ha convertido en un modelo a seguir en la actual fase de la pandemia, en plena vacunación. El país de Oriente Próximo encabeza por goleada el ranking de naciones por cada 100 habitantes con población inmunizada: unos 2,5 millones han recibido la primera dosis y un millón, la segunda; en un país de nueve millones. La logística ha sido clave, con vacunaciones, incluso, desde el propio vehículo y en estadios.
En ello también ha influido un potente sistema sanitario público, una vigilancia epidemiológica avanzada y una fuerte implicación de las autoridades a la hora de aislar el país ante el temor por la entrada de nuevas cepas, algo que ha facilitado la descongestión de la Sanidad para agilizar la administración de las dosis. Los datos evidencian su rapidez respecto a otros países.
A pesar de que todavía es pronto para obtener unos datos sólidos, los expertos analizan los efectos de una campaña que arrancó el pasado 19 de diciembre y que ya muestra datos concretos. Y, sobre todo, muy esperanzadores: "En los primeros días detectamos miles de contagios entre personas que tomaron la primera dosis, aunque la vacuna ha logrado que los efectos sean más leves y haya menos complicaciones médicas", ha explicado el profesor Eyal Leshem, del Sheba Medical Center (SMC).
Leshem especifica que "las personas vacunadas, aunque sea con una sola dosis, tienen menor riesgo de contagiarse y de contagiar", por lo que en este caso ya se está poniendo un gran freno a la expansión del patógeno desde un primer momento.
El Dr. Mevorach, una de las pocas voces autorizadas para hablar de la pandemia en Israel, procedente del principal centro de referencia del país, el Hospital Hadassah, destaca que "la situación generada por la vacuna de momento es prometedora y ha logrado reducir el número de hospitalizaciones entre mayores de 60 años, que fueron los primeros en vacunarse".
En cuanto a aquellos pacientes que se infectaron tras la primera dosis, considera que "no habría que ponerles la segunda porque ya se producen suficientes anticuerpos". Ambos expertos israelíes consideran que las vacunas "no representan el final de la pandemia, pero ayudarán a hacer la vida más llevadera". Además, han pedido tiempo para poder sacar conclusiones más elaboradas.
Polémica con la vacunación entre menores
La situación de las vacunas, no obstante, también incluye algunas lagunas. Por ejemplo, la mayoría de las dosis han terminado administradas entre las clases medias y altas que, precisamente, son las que han registrado menos contagios durante la pandemia, ya que viven en condiciones de menor hacinamiento, pueden optar por el teletrabajo o evitan el transporte público. Esto podría generar también un 'efecto Mateo', es decir, que se inmuniza los que tenían menor riesgo de contagiarse. Por ello, habrá que esperar para comprobar la evolución de la situación.
Mientras tanto, las autoridades israelíes también afrontan otro reto, en este caso la situación de los más jóvenes. En este caso, la mayoría de menores pasan la infección de manera asintomática, pero también se están viendo casos de adolescentes y niños hospitalizados, por lo que se está planteando ampliar la vacunación a estos grupos. Sin embargo, se encuentra la reticencia de la comunidad ultraortodoxa, donde hay algunos sectores que desafían las normas impuestas por las autoridades e incluso se resisten a aceptar alas restricciones.
"Por el momento, la edad de vacunación se ha fijado en 16 años, pero el doctor David Greenberg, jefe de la unidad pediátrica del Centro Medico Soroka de Beerseba, quiere extenderla a los niños. "Vemos que debido a las nuevas cepas, aumentan las infecciones entre ellos y hasta que los niños no estén vacunados no podremos alcanzar la inmunidad de grupo", declaró al portal Ynet. Esta reticencia es otro de los desafíos que ahora enfrenta Israel en la salida de la crisis sanitaria.