La sombra de la gestión de las residencias de ancianos en la Comunidad de Madrid durante la pandemia del coronavirus vuelve a situarse sobre Isabel Díaz Ayuso. El último en salir públicamente a criticar la gestión de la líder madrileña no es cualquier persona: se trata de Antonio Burgueño, contratado por Ayuso como asesor sanitario durante la pandemia y que ahora carga públicamente contra su gestión.
Burgueño denuncia que el caos ha reinado en la Comunidad y que Isabel Díaz Ayuso no ha tenido la capacidad de gestionar la situación. Preguntado en El País por la falta de médicos en residencias, responde: "Hacía falta un general. Dar órdener y dar incentivos para que esos profesionales fueran y, también muy importante, la protección".
El asesor asegura que nunca vio los protocolos que pedían descartar ancianos en las UCI, pero señala que se estaba generando una cadena de confianza que permitía solventar posibles críticas: "Yo no he visto esos protocolos. Los geriatras que los elaboraron pensaban que alguien vería a esos enfermos".
El gran fallo que ha provocado una alta mortalidad en las residencias madrile´ñas ha sido, a juicio de Burgueño, la falta de medicalización: "No se llevó a cabo. En el ejército todo es muy fácil. Faltó jerarquía, rapidez y eficacia. No ha pasado solo en la Comunidad de Madrid, sino en las 17 comunidades autónomas. Mi plan era medicalizarlas con los tres mil y pico médicos de atención primaria en la Comunidad, pero ellos no fueron a las residencias".
La gestión de la pandemia también ha derivado en situaciones complicadas. Por ejemplo, la empresa de ambulancias Transamed se ha visto en quiebra porque destinó todos los recursos para trabajar con la Comunidad de Madrid y sigue sin cobrar. También, en la duda sobre por qué no hubo intervención en estos centros hasta el 6 de abril. Algo que Burgueño ampara en que "era una locura. Todo el mundo andaba sobrepasado".
El polémico papel de su hija
Antonio Burgueño, ideólogo de la privatización sanitaria durante décadas de gobiernos del PP, vio cómo su hija Encarnación terminaba contratada en esta crisis. El papel de Encarnación Burgueño, sin embargo, ha quedado en entredicho tras la publicación de sus comunicaciones en los momentos más sensibles de la crisis sanitarias. Como cuando se quedaba dormida y los sanitarios no podían contactar con ella para acceder a un centro. Más tarde, ya contestaba: "Perdona, dime, que estaba sobá".
Peor suena el audio que envió en uno de los momentos más críticos, cuando sus empleados accedían a residencias y encontraban a ancianos moribundos y cadáveres esparcidos por las instalaciones.
En ese momento, Encarnación envió este mensaje: "Llevamos en torno a 8.700 abueletes vistos. ¿Sabéis lo que es eso? ¿el curro que habéis hecho? En una semana... Flipo colorines. Como sigamos así nos vamos a hacer los reyes y los amos de la gestión sociosanitaria de Madrid comunidad autónoma. ¿Vale? flipo. Sois geniales. Vais a hacer que mi sueño se consiga, que es trabajar en el mundo sociosanitario. Tener mi propia empresa".
Ahora, su padre, sobre quien pesó la sombra de un enchufe a su hija, se desmarca: "Yo no tomaba decisiones, solo daba consejo por teléfono cuando me lo pedían. A los tres o cuatro días me aparté porque los médicos de la sanidad madrileña se opusieron a que yo participara".
Además, afirma que no ha cobrado y se desvincula de su hija: "Yo no he quedado mal con nadie por ella. Las relaciones de mis hijos con las instituciones son cosas suyas. Sigo hablando con todo el mundo".