Conforme se van conociendo más detalles sobre el asesinato del pequeño Gabriel Cruz, más turbio se vuelve el caso que ha mentenido en vilo a todo el país durante las últimas semanas. Tras doce días desaparecido acabó encontrándose su cadáver en el maletero del coche de Ana Julia Quezada, pareja sentimental del padre del menor.
Durante los dos días posteriores a su detención, la mujer se negó a colaborar con la investigación manteniendo un mutismo absoluto, sin embargo, fruto de los interrogatorios a los que fue sometida por la Guardia Civil, acabó derrumbándose y confesando el crimen. Tras asfixiar a Gabriel lo desnudó y lo enterró en una fosa que ella misma cavó al lado de un pozo situado en la finca de Rodalquilar (Almería) de la familia Cruz, lugar donde tuvo lugar el asesinato.
Quezada trató de desplazar el cadáver, lo que terminó saldándose con su detención. Ahora, y mientras la investigación sigue su curso, los especialistas sospechan que la mujer pensaba descuartizar el cuerpo del pequeño con el objetivo de deshacerse de él, según ha publicado Antena 3.
Así fue el crimen
Con la confesión de Ana Julia ha podido saberse cómo se desarrolló el crimen que le costó la vida a Gabriel. Según su relato, ella salió de casa con el coche y de camino se topó con el niño, al que invitó a subir para ir juntos a la finca, donde ella se puso a pintar y él a jugar en el patio. Pero hubo un momento en el que el menor "estaba jugando con un hacha", por lo que la detenida le increpó e intentó quitársela, momento en el que, según su versión, Gabriel la atacó: "Tú no eres mi madre, tú no mandas y además no quiero volverte a ver nunca". Tras el forcejeo, acabó matándolo: "Nos peleamos por el hacha, se la quité y al final, con la rabia, acabé asfixiándole tapándole la nariz y la boca".
"Fue dentro de la vivienda, cuando estaba muerto, me di cuenta de que tenía un problema importante. Saqué el paquete de tabaco y me fumé un cigarro. Y estuve pensando. No quería hacerle daño a Ángel [padre del niño] así que lo mejor fue enterrarlo. Cogí una pala y lo enterré. Así él no sabría nunca lo que había pasado", ha confesado.
Así, se llevó la ropa del niño a casa de la abuela de su pareja y la escondió para después deshacerse de ella lanzándola a un contenedor. Antes colocó una camiseta en las inmediaciones de una depuradora: "Si coloqué la camiseta en los juncos fue para despistar".
La estrategia de Ana Julia
Su versión de los hechos de Ana Julia apunta a la defensa propia. Según su relato, hubo una discusión en la que el niño de 8 años habría intentado agredirla con un hacha, por lo que la mujer acabó golpeándole con la parte roma del arma tras arrebatárselo. Después apretó el cuello del menor hasta acabar con su vida.
Lo que Quezada pretende con esto es tratar de rebajar un presunto caso de asesinato a un supuesto de agresión que termina en homicidio. De esta manera, evitaría la condena de prisión permanente revisable, aplicacable a asesinatos en los que la víctima es menor de 16 años. Así, de considerarse homicidio se enfrentaría a entre 10 y 15 años de prisión, o incluso a entre uno y cuatro años de ser condenada por homicidio imprudente.