El mundo de las redes sociales está tomando cada vez mayor relevancia en nuestra vida diaria. No podemos negar que son fundamentales a la hora de relacionarnos con nuestro entorno y, de paso, para ejercer algo de "postureo" y mostrarnos como los más guapos, intelectuales y sociales del mundo (cuando quizas no lo somos tanto).
Se trata de todo un fenómeno que ha venido para quedarse y cambiar nuestra vida. Gracias a los actuales teléfonos inteligentes, tenemos acceso a nuestros perfiles en la palma de nuestra mano.
Sin embargo, no todas las redes sociales son iguales: unas solo se centran en las fotografías, otras en los mensajes de texto... cada red tiene un canal y un contexto determinados que determinan nuestra forma de comportarnos. Eso es lo que ahora ha confirmado un estudio elaborado por el Penn State's College of Information Sciences and Technology y el King College de Londres, que han afirmado que cada persona se comporta con una personalidad completamente diferente en función de la red en la que se encuentre.
Cada persona tiene de media unas 5,5 cuentas activas en redes sociales, por lo que podríamos determinar que en este caso todos tenemos el peligro de terminar padeciendo todo un 'trastorno de personalidad múltiple' al estilo de Jim Carrey en 'Yo, yo mismo e Irene'.
Así, tras analizar los perfiles de 100.000 personas registradas en la web About.me, una plataforma en la que los usuarios enlazan sus distintas cuentas de Facebook, Twitter, Instagram o LindedIn, los investigadores llegaron a la siguiente conclusión: nuestra personalidad cambia de manera vertiginosa.
Algunos datos peculiares
De esta forma, los investigadores han sido capaces de afirmar que con tan sólo echar un vistazo a una fotografía, podían ser capaces de adivinar en qué red social habíamos subido cada instantánea con un 60% de precisión (lo cual dice mucho sobre lo predecibles que somos todos).
Pero, además, los investigadores consiguieron extraer algunos datos interesantes, como que los hombres tienen mucho más reparo a mostrarse con gafas en su fotografía de perfil o que los jóvenes menores de 25 años son más reticentes a salir sonriendo en sus fotos más destacadas; justo lo contrario de lo que sucede con los usarios de mayor edad (¿cuántas veces no nos han dicho nuestros padres que sonriamos un poco más?).
Para el líder de toda esta investigación, Nisganth Sastry, los resultados extraídos de todo este estudio permitirán para extraer información relevante sobre la forma en la que cada usuario se muestra públicamente, así como abrir nuevas vías de estudio de carácter psicológico o sociológico para determinar cómo es el comportamiento humano en esta nueva era de internet.
La importancia del contexto
Lo que ha descubierto el estudio es que, básicamente, todos nos amoldamos de manera inmediata a cada tipo de red social en función de las normas que imponen. Es decir, al igual que en la oficina no nos comportamos igual que en un bar; en Linkedin jamás se nos ocurriría subir un selfie en una discoteca como sí haríamos en Facebook porque, simplemente, usamos esa red social para buscar trabajo y no para contactar con nuestros amigos.
Igualmente, en Instagram estaríamos dispuestos a subir más fotografías artísticas o de paisajes que en Facebook, ya que la primera está más enfocada a ello.
Pero no solo eso: también tendemos a actuar de la misma forma que el resto de usuarios, por lo que se podría decir que, pese a intentar destacar nuestra personalidad en las redes sociales, en realidad carecemos completamente de ella y nos dedicamos a imitar lo que hace el resto.