Indonesia seguirá los pasos de Chechenia y creará un cuerpo de policía específico para perseguir a toda la comunidad LGTBI del país. El país con más musulmanes del mundo sigue los pasos de otras naciones como Irán, con un cuerpo encargado de vigilar el cumplimiento de la moral que reprime duramente la vida cotidiana de la población en base a una concepción rigorista y tergiversada del Islam.
Todo ello en medio del endurecimiento de la represión a la comunidad LGTBI del país asiático, donde recientemente se condenó a dos hombres homosexuales en la provincia de Aceh a 80 latigazos por el simple hecho de mantener relaciones sexuales. Los vecinos llegaron a allanar la casa y a grabarles. Después de ello, les retuvieron contra su voluntad en la vivienda, mientras que las víctimas reclamaban clemencia. Cuando llegaron las autoridades, se llevaron a los dos jóvenes detenidos.
Días después de este suceso, la Policía asaltó otro club gay de Yakarta y distribuyó a los medios de comunicación fotografías de las personas que allí se encontraban para que todo el país les señalara por acudir a bares de homosexuales.
Estos gestos solo suceden en la provincia de Aceh porque es el único territorio del país en el que la homosexualidad es ilegal. En el resto del país se permite, aunque el Gobierno no se ha implicado en proteger a las minorías sexuales del país. La región de Aceh, mientras tanto, aún se rige por la Sharía, por lo que el Corán (interpretado en su sentido más estricto) es fuente de derecho y los dictámenes jurídicos son emitidos por los clérigos religiosos.
Junto con la represión homófoba, la persecución contra todo lo que no cumpla con los valores más estrictos del Islam se ha intensificado durante los últimos años. Por ejemplo, el gobernador de Yakarta, Basuki Tjahaja Purmana fue condenado recientemente a dos años de cárcel por ser cristiano y por blasfemia.
"Enfermos del alma y del corazón"
Mientras tanto, el jefe de la Policía de Java Occidental, Anton Charliyan, ha justificado la persecución afirmando que las personas homosexuales sufren una grave "enfermedad del cuerpo y del alma". Unas palabras que recuerdan mucho a las del gobierno de Ramzam Kadyrov cuando fue cuestionado por su persecución a la comunidad LGTBI.
"Espero que no queden personas gays o que lleven un estilo de vida LGTBI en nuestra nación. Si hay alguien que cumpla con estos parámetros, os aseguramos que caerá sobre él todo el peso de la ley. Esta gente no puede ser aceptada en nuestra sociedad", afirmó Charliyan en una rueda de prensa.
El 93% de la población indonesia comulga con sus palabras, ya que el rechazo contra las personas que no son heterosexuales es especialmente generalizado en uno de los países más homófobos del mundo. Mientras tanto, el portavoz de la Policía nacional, Setyo Wasisto, ha afirmado que lo que sucede en Aceh no es una estrategia que se esté aplicando a nivel nacional, pero tampoco ha anunciado ninguna medida para atajar este tipo de situaciones.
El Parlamento se encuentra debatiendo una ley que pretende ilegalizar la homosexualidad a nivel nacional, lo que supondría todo un paso atrás en una región que está avanzando, en cierta medida, en esta materia.
Con todo ello, el país afronta toda una ola de radicalización que se ha agravado por la intervención del Frente de Defensores Islámicos (FPI), un grupo de vigilancia que ha cooperado con la policía para la "reducción del vicio" durante la última década.
A pesar de todo, el presidente indonesio, Joko Widodo se ha mostrado a favor de los derechos de la comunidad LGTBI y ha llegado a afirmar que "no debe de haber discriminación contra nadie", aunque en este sentido no cuenta con el apoyo de la mayoría de la población, que continúa a favor de discriminar a las personas por su simple orientación sexual.