Hay miles de sitios para hacerlo: la cama, el sofá, colgado de una lámpara, pegado al techo, en un castillo de juegos ante la pervertida mirada de Ronald Mcdonald. Hay de todo. Si eres de esas personas marginales, incluso puedes hacerlo en sitios profanos o, ¿por qué no? puedes probar a cepillarte una estación de tren.
Pero... ¿alguna vez te has imaginado hacerlo en el espacio exterior? Molaría, ¿verdad? Hacerlo rodeado de constelaciones, planetas, asteroides y satélites. ¡Pues no! Te has equivocado. Y es que un estudio de la Universidad de Anderson (donde no tienen cosas mejores que hacer) ha determinado que la experiencia de darle al asunto sería un completísimo coñazo.
John Millis, el director de este estudio y también con mucho tiempo libre, ha determinado que la ausencia de gravedad, provocaría que los movimientos del p'alante y p'atrás fueran de los más complicados. Y es que con cada empuje, la pareja se alejaría en la dirección opuesta. Vamos, que la cosa sería poco productiva.
"Imagínese un par de patinadores sobre el hielo fresco: si fueran a empujar sus manos unas contra otras, cada una de ellas retrocedería alejándose una de la otra", ha declarado Millis. Por ello, la pareja tendría que estar atada, algo un poco turbio a la hora de darle rienda suelta a las cosas del querer.
A todo ello, se uniría otro problema: como la gravedad permite que el flujo de sangre se dirija hacia abajo, en situaciones en las que no se registra, la erección puede ser otro completo fracaso.
Y que las mujeres no se rían de ello: tampoco podrían agrandar el clítoris y lubricar. Vamos, que todo sería para llorar. Sin embargo, hay pruebas en contra. Mirad este gif:
Sí, es muy marginal, ¡Malpensados!. Corramos un tupido velo.
Si conseguís pasar todas las dificultades y termináis haciendo de verdad sexo intergaláctico, aún queda otra prueba aún más asquerosa: el sudor no caerá al suelo, sino que se quedará flotando alrededor del cuerpo, acumulándose y formando una charca que, sinceramente, yo no tocaría.
A parte de ello, los niveles de testosterona bajan en cuanto los hombres salen de la Tierra, a pesar de que se recuperan cuando se regresa. Por todo ello, quizás se te quiten directamente las ganas de ponerte en el acto.