Mucho se ha hablado de la progresiva apertura que el Papa Francisco I está realizando sobre asuntos clásicamente espinosos para la Iglesia. La discusión sobre temas como el aborto, la eutanasia y hasta otros que parecen más arcaicos como el divorcio han sido centrales en el mandato del Pontífice.
Y aunque el Papa siempre ha mostrado una cara más amable que sus predecesores ante estos temas a los que la Iglesia teme, lo cierto es que el fuerte mensaje conservador sigue subyacente en cada una de las palabras del gran jefe de la Iglesia Católica.
1 Un cura es destituido por declararse homosexual
El sábado saltaba la polémica a los medios. Justo apenas unos días antes del Sínodo de la Familia, una de las grandes congregaciones de obispos que realiza el Vaticano cada año, un cura de origen polaco que trabaja en la sede de Roma salía formalmente del armario en una entrevista para Il Corriere della Sera, uno de los periódicos de mayor alcance en Italia, y en la versión polaca de la revista Newsweek.
El Padre Krzysztof Olaf Charamsa, encargado en el Vaticano de defender el dogma cristiano en la Congregación para la Doctrina de la Fe, comunicaba así públicamente su homosexualidad. Y no solo eso, sino que además se atrevía a declarar que está
Algunas de sus polémicas declaraciones dejaban clara su postura:
"Es hora de que la Iglesia abra los ojos y comprenda que la solución que propone [a los gays creyentes] - la total abstinencia y una vida sin amor - es inhumana".
"[La actitud de la Iglesia hacia la homosexualidad] está retrasada si la comparamos con el nivel de concienciación del resto de la humanidad".
"El clérigo está formado por gran cantidad de homosexuales y, por desgracia, también es homófobo hasta el punto de la paranoia por no aceptar su propia orientación sexual".
El resultado fue la inmediata destitución del Padre Charamsa, teniendo que dejar así los servicios que realizaba en el Vaticano.Sin embargo, no ha sido excomulgado y puede seguir realizando su oficio de cura. Al menos, de momento, ya que el Vaticano se reserva a actuar ante la presión mediática a la que se ha visto sometido por la polémica.
2 La Iglesia sigue sin aceptar la conducta homosexual
Más allá de las acciones que pueda realizar la Santa Sede, la valentía de este cura polaco destapa y pone en el punto de mira un secreto a voces. Si bien el Papa Francisco I declaró que él no era nadie para juzgar (en referencia a las personas homosexuales que quiere abrazar la fe cristiana), tampoco lo va a poner fácil para normalizar la situación.
Y es que podemos decir que El Vaticano está siguiendo una clara estrategia de márketing, pues disfraza el discurso conservador de siempre ante temas LGTB como uno renovador. A día de hoy la Iglesia sigue pensando en aquello de "amar al pecador y juzgar el pecado". Es decir, si eres gay Dios no tiene por qué odiarte, pero cuidadito con lo que haces que a lo mejor acabas en el infierno.
En propias palabras de esta institución las personas homosexuales deben ser tratadas con respeto, compasión y sensibilidad aunque deben llevar una vida de castidad porque la homosexualidad es un desorden intrínseco.
3 ¿Y qué ocurre con la transexualidad?
Y si la homosexualidad y sus derechos (como el matrimonio) son un problema, imaginad la gran cantidad de estupideces que se pueden llegar a decir sobre la identidad de género y, por tanto, de la transexualidad.
En declaraciones al National Catholic Reporter (un diario independiente de la Iglesia pero cercano en su postura, algo así como el ABC en España), el Papa llega a comparar la transexualidad con "una bomba nuclear".
Para ello, trata de desmantelar la teoría de género (médica y antropológicamente aceptada), la cual dice que el género y los roles unidos a este son realmente constructos impuestos por la sociedad y no innatos. Para el Papa Francisco I "la manipulación genética, la manipulación de la vida o la teoría de género no reconocen el orden de la Creación". Inventa así el hombre "un nuevo pecado".
4 El Papa y su relación con la causa LGTB
A pesar de las duras declaraciones, el máximo representante de la Iglesia Católica no se queda ahí. Durante su reciente viaje a EEUU ha reconocido haberse entrevistado con Kim Davis, la funcionaria que fue a prisión por negarse a dar la licencia matrimonial a parejas homosexuales y firme defensora a ultranza del matrimonio tradicional.
Podemos decir que esta entrevista express no significa que el Papa apoye a Davis en su cruzada antihomosexual porque realmente nadie sabe de qué hablaron. Sin embargo, ese argumento cae por su propio peso cuando, por otro lado, también salta una noticia según la cual El Vaticano está preocupado por la imagen que se puede difundir del Papa tras la cena celebrada por el presidente Obama en honor a Su Santidad.
Y es que Obama, con dos cojones en un derroche de sensibilidad invitó a esa cena a la que asistirían 15.000 personas a numerosos defensores de la causa LGTB, especialmente a aquellos que lidian con la fe y el catolicismo. Encontramos así en esa cena a una profesora lesbiana despedida de un colegio católico, al primer obispo estadounidense en proclamar su homosexualidad, a una monja defensora de los derechos proaborto o a la fundación GLAAD (Alianza Gay y Lésbica contra la Difamación).
El Vaticano se preocupa así de que en el mundo se difunda la imagen de un Papa que defiende estas causas, pero no se preocupa de que se difunda la imagen de un Papa que defiende la visión de Kim Davis.
Por tanto, la Iglesia sigue teniendo miedo de aceptar lo que debería ser. Tiene miedo de perder a su gran público, el envejecido, e intenta contentar tanto al target que la mantiene con vida como al target que necesita para no morir en un par de décadas. Y es que, como queda claro en este artículo, a la hora de hablar de la Iglesia siempre es necesario hablar en términos de marketing. El catolicismo necesita venderse aunque para ello tenga que adoptar posturas hipócritas. Y una vez desvelada esa hipocresía queda claro que a la Iglesia sigue sin gustarle que seas gay (aunque diga lo contrario).