No se habla de otra cosa en Alemania. El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y Frisinga y presidente de los obispos alemanes desde 2008, acudía a BR24, una radio alemana, con motivo del décimo aniversario de su nombramiento. En la entrevista,el periodista analizaba que "la Iglesia no siempre avanza cuando se trata de las demandas de algunos católicos sobre, por ejemplo, la ordenación de diaconisas, la bendición de parejas homosexuales o el celibato obligatorio".
La respuesta de Marx es la que ha desatado la esperanza (y la controversia): "Sí, pero no hay soluciones generales. No creo que estuviera bien. Se trata de atención pastoral a casos individuales y eso se aplica a otras áreas en las que no podemos regular, donde no tenemos un conjunto de reglas".
Así de primeras, no parecen unas palabras demasiado halagüeñas. Es evidente que el arzobispo no se muestra partidario de una reforma profunda, aunque sí de concesiones individuales, lo que podrá suponer un avance, pero sigue estando muy lejos de una igualdad real.
Sin embargo, la Conferencia Episcopal Alemana se ha encargado rápidamente de eliminar cualquier vestigio de aceptación y modernidad. Lo ha hecho mediante el portavoz de Marx a la Catholic News Agency. Resulta que el problema era el "Sí" del principio, que podía confundirse con una afirmación. Según el portavoz, esa palabra corresponde a una muletilla, no a que el arzobispo admita la falta de avance de la institución eclesiástica. Por tanto, ha pedido que la noticia se transcriba a partir de ahora desde la frase "No hay soluciones generales". Surrealista.
El cardenal Marx, un 'sí pero no' constante
Fuera realmente una muletilla o una afirmación, al retractarse volvemos a comprobar el dilema del arzobispo con respecto a la unión de parejas del mismo sexo. Y es que Marx posee un largo historial de contradicciones en este tema.
Tras años defendiendo, aunque fuera con palabras vacuas, el apoyo a gays y lesbianas por parte de la Iglesia, en 2015 sorprendió a todos al condenar firmemente la ley de matrimonio igualitario alemana, aprobada en 2017, considerándola "teológicamente inaceptable". En el momento clave falló, lo que le ha valido la pérdida de confianza de este colectivo, a pesar de que un año después, aprovechando su amistad con el papa Francisco, aconsejó a la institución eclesiástica pedir disculpas por su histórica homofobia.
En 2017, dejó clara su postura: sí a los derechos de los homosexuales, no al matrimonio homosexual. Al final, no dejó satisfechos ni a unos ni a otros.
La Iglesia, cada vez más abierta a la igualdad (con excepciones)
Las palabras de Marx coinciden con un ola creciente de tolerancia en la Iglesia católica de Europa Central. Días anteriores, el obispo de Amberes o el de Osnabrück, se habían mostrado (sin matices) partidarios de la aceptación del matrimonio homosexual. Incluso, en una decisión sin precedentes, algunas parroquias austriacas bendicieron a parejas del mismo sexo el día de San Valentín.
Sin embargo, esto contrasta con el que es todavía el pensamiento mayoritario de la Iglesia, también en estos países. De hecho, a raíz de la noticia de San Valentín, el obispo de Salzburgo comentó posteriormente que bendecir la unión homosexual era como apoyar los campos de concentración o la mafia. Todavía falta mucho para que las religiones, o quienes las presiden, sean tolerantes, y quién sabe si lo serán alguna vez.