Los taxistas se han declarado en huelga para hacer frente a la concesión deliberada de licencias. Los paros se realizan en mitad de unas movilizaciones muy intensas con las que pretenden paralizar toda Barcelona.
Allí, los colectivos han comenzado realizando su jornada con tranquilidad. Sin embargo, amenazan con extender su protesta al puerto y bloquear los accesos a las terminales de cruceros e, incluso, cortar la frontera con Francia.
Por otro lado, los manifestantes se han instalado en la Gran Vía de la capital catalana con el fin de cortar el tráfico y han asegurado que no se moverán hasta que el Gobierno desbloquee la situación.
El epicentro se ha situado en Barcelona, pero se ha extendido al resto de comunidades autónomas. Reivindican, entre otras cosas, la aprobación de un decreto ley que blinde el mercado de las licencias para evitar que, según estiman, hasta 2.300 titulos saturen Barcelona. Por otro lado, que la concesión de licencias VTC se traslade a las comunidades autónomas, algo que ya sucede de facto por delegación del Ejecutivo.
El ministro de Industria, José Luis Ábalos, se reunirá con el colectivo para pactar una solución negociada, que podría materializarse en la aprobación de todas su reivindicaciones. Al menos, esa es la predisposición que han mostrado.
En mitad de un conflicto con mayor importancia de lo que aparenta, en Los Replicantes nos proponemos mostrar los puntos débiles de cada una de las partes para que, después, puedan juzgar ustedes:
1 Cabify y Uber
Ambas han aprovechado un resquicio legal para operar en España. Los conductores que trabajan para la compañía cuentan con la licencia VTC que, básicamente, se corresponde a la que utiliza cualquier empresa que contrata un vehículo para transportar a un empleado.
Impuestos
Se trata de la mayor polémica y el punto flaco que han aprovechado los taxistas para cargar contra este modelo de negocio. Ambas empresas cuentan con sede en el extranjero: Cabify en un paraíso fiscal que gran parte de las multinacionales aprovechan para ahorrar impuestos, Delaware; y Uber en Holanda, con tipos mucho más ventajosos. El pago de estas tasas es fundamental, como todos saben, para la financiación de servicios públicos. En este punto hay diferencias entre Uber y Cabify.
Cabify, empresa española, cuenta con su matriz en Delaware. La empresa asegura que cuenta con ello porque "se debe exclusivamente a que nuestros orígenes se situaron en Silicon Valley y nuestros inversores fueron americanos", reconocía en 2015 al diario Vozpópuli. Posteriormente, esgrimen que habían elegido el mencionado Estado porque "ofrece mejores ventajas fiscales, por eso la mayoría de las startups tienen la matriz allí".
A pesar de ello, la empresa asegura que actualmente tributa a través de Maxi Mobility Spain SL, con la que pagarían sus correspondientes impuestos en España "antes de reportar a la matriz original".
La situación de Uber es radicalmente distinta. La empresa opera en España pero se lleva todos los beneficios a Holanda, donde cuentan con tipos mucho más ventajosos que en nuestro país. Se trata de una especie de obra de ingeniería fiscal. Los conductores cobran el 75% de cada trayecto y tributan, básicamente, el IVA.
El 25% restante se queda en manos de la compañía, en concepto de utilización de la tecnología y se recauda fuera de nuestras fronteras. Parte de las mencionadas cantidades regresan a España para pagar el sueldo de sus empleados directos, que tributan el IRPF. Estos movimientos llevaron a que la Justicia paralizara sus operaciones en el año 2014, aunque finalmente la Comisión de Competencia anuló aquella medida aludiendo al 'libre mercado'
Condiciones laborales
También genera polémica. Las denuncias por las condiciones laborales que afrontan los conductores de estas empresas no son las deseables, al menos, para algunos trabajadores.
Uno de los conductores de Cabify, Francisco, de 51 años, relató al diario Público este año 2018 algunas de las condiciones que enfrentan: "Trabajé más de 400 horas en un mes para Cabify por un sueldo de 822 euros".
El problema de la empresa es que no cuenta con una flota propia de conductores. En realidad, subcontrata a otras sociedades que son las encargadas de imponer las condiciones laborales que estimen oportunas. Y sin ningún control, aparentemente, por parte de la plataforma.
En el caso de Francisco, llegó a través de una oferta de conductor privado a través de las redes sociales de la ETT JobandTalent. Le dieron un coche y comenzó a trabajar. Esto le permitió facturas un total de 822,5 euros durante el mes de mayo tras trabajar un total de 400 horas: "Hice unas 12 o 13 horas al día entre semana y los viernes y sábado hacía 16 horas".
En la mayoría de empresas, se impone una facturación mensual de 4.000 euros. Si no, te despiden. Alguna sí ofrece buenos salarios, un 40% de la facturación. Pero son la excepción, a pesar de que hay trabajadores contentos: "No es el curro de mi vida, pero me da para salir adelante", relata Luis, que trabaja 10 horas diarias, otras 2 en espera de clientes y recibe un salario base de 780 euros.
2 Taxistas
Pago de impuestos y dificultades para conseguir licencias
Los taxistas pueden operar únicamente con licencia, algo que también se regula en algunas comunidades. Los taxistas necesitan superar un examen, carecer de antecedentes penales, no padecer enfermedades infecto-contagiosas o impedimentos físicos o psíquicos que le impidan la conducción, no ser consumidor habitual de estupefacientes o bebidas alcohólicas y tener el título de Educación Secundaria Obligatoria o equivalente. También pagar una tasa de 100.000 euros al Ayuntamiento.
En el caso de la mayoría de VTC, se paga 40.000 euros, se revisan antecedentes por delitos sexuales y se pasa un examen que, según denuncian algunos conductores, puede repetirse en varias ocasiones y con la ayuda del personal que evalúa.
Los taxistas, como autónomos (trasladar los beneficios a Holanda y crear sociedades en Delaware no suele ser su norma habitual) tributan el 100% en España y gastan su salario en nuestro país, lo que uniría impuestos como el IVA. También el de autónomos, que en España es uno de los más altos.
Modelo incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos
Una de sus mayores debilidades. En este David contra Goliat, los taxistas que operan de manera individual no han sido capaces de adoptar el modelo que ya ofrecen dos multinacionales de gran calibre como Uber o Cabify.
Entre los problemas, se encuentra la posibilidad de contratar un vehículo de manera inmediata y previo pago, algo fundamental (muchos temen las vueltas por la ciudad con fines sospechosos). También, la comodidad de ahorrar tiempo para pagar por un simple click.
No hay que olvidar también otros beneficios, como la posibilidad de interactuar con una app para elegir si queremos que nuestro conductor no hable o nos conceda una interesante conversación durante el camino o elegir el tipo de música que escucharemos durante el trayecto. Y la famosa botella de agua que tan bien sienta.
Aplicaciones como My Taxi intentan combatir un modelo contra el que los taxistas se sienten indefensos. Piden el paraguas del Gobierno, pero algunas reivindicaciones (como conceder una licencia de VTC por cada 30 de taxis) contravienen la legislación de libre mercado.
El conflicto, mientras tanto continua, en pleno contexto de cambios. Es lo que sucede con la patronal de autobuses por carretera frente a Blabacar o la patronal de hoteleros contra aplicaciones como Airbnb.