Un joven somalí ha sido acusado de violar a dos hombres con discapacidad que se encontraban en una residencia especializada en Alemania, así como de matar a la esposa de uno de los hombres. El suceso tuvo lugar a finales del año pasado, en Neuenhaus, en el condado de Betheim, pero ha sido ahora cuando finalmente se le ha acusado de los cargos de violación y asesinato.
El acusado se encontraba solicitando el asilo en Alemania cuando realizó los delitos; mas aquí hay que hacer especial hincapié en un asunto. Muchos medios de comunicación están incidiendo en su nacionalidad o en su condición de solicitante de asilo a la hora de dar la noticia, y aunque esta puede llegar a ser importante, no debería cometerse el error de asociar violencia e inmigración. El hecho de que este hombre cometiera unos delitos tan graves no implica, necesariamente, que todos los inmigrantes que vengan en busca de asilo vayan a cometer los mismos delitos. Es más, él es una minoría, por suerte. Una vez aclarado esto, podemos continuar.
Tal y como reza el Daily Mail, el hombre entró en un alojamiento protegido donde residían personas con discapacidad. Fue ahí donde se coló en la habitación de un hombre de cincuenta y nueve años de edad que se encontraba paralítico, y lo violó. No contento con eso, se dirigió a una habitación contigua donde había otro hombre, al que también violó, al parecer. Allí se encontró también con la esposa del hombre al que acababa de violar, que le acusó directamente de haberlo hecho; al parecer, es por eso que se decidió a asesinar a la mujer de ochenta y siete años de edad. La mujer compartía la vivienda con su marido, que se encontraba también paralizado.
Todos los hechos apuntan a que durante el abuso sexual hacia la segunda víctima, la esposa apareció y se alarmó. Fue entonces cuando él hizo uso de su fuerza para evitar ser capturado por ese crimen o por los anteriores, y se decidió a asesinarla. Los hechos, desde luego, no pueden ser más crueles. Estamos hablando no solo de un asesinato, sino también de dos violaciones a personas que se encontraban totalmente indefensas y que en ningún momento pudieran haber escapado o huido.
El juicio ya tuvo lugar y, ahora mismo, el acusado se encuentra detenido en un hospital psiquiátrico, donde espera a que sean evaluadas sus capacidades mentales.
Su nacionalidad tiene poco que ver con su delito
Un conserje se encontraba en el momento de los hechos realizando su ronda cuando, de repente, se encontró con una figura en uno de los pasillos. Él sospechaba que pudiera ser un ladrón, y fue por eso que decidió enfrentarle directamente; no podría haber imaginado que la realidad era mucho más turbia que esa. El acusado saltó por una ventana para huir, y justo en ese momento, el conserje alertó a la policía y a los servicios de emergencia para que acudieran. No fue hasta que vio las manchas de sangre a lo largo de los pasillos que se alertó de verdad, y comenzó a preguntarse qué es lo que podría haber pasado.
La policía acabó dando con el sospechoso en su casa poco después, y encontraron pruebas suficientes como para acusarlo de haber cometido el delito. Además, el conserje pudo testificar en su contra, señalándole como culpable de los actos.
El problema de este delito, además del delito en sí, es que en Alemania son muchos los casos que se están dando de inmigrantes que cometen delitos. Esto acaba despertando la desconfianza de la población, así como la xenofobia de muchos ciudadanos. En diciembre del año 2015, durante las celebraciones de Año Nuevo, mil doscientas mujeres y niñas fueran víctimas de abuso sexual durante las fiestas en las calles de Alemania; inmediatamente, se culpó a los inmigrantes. Según la policía, un total de dos mil hombres cometieron los delitos; de estos dos mil hombres, solo se identificaron a ciento veinte, y más o menos la mitad de ellos eran extranjeros. Estamos hablando, pues, que de dos mil hombres solo sesenta se puede demostrar que sean extranjeros; no obstante, esto ya fue suficiente para que la población se lanzara a culpar a los inmigrantes.
Es mucho más fácil "echar la culpa" a los "de fuera", creer que son los extranjeros los únicos que cometen delitos como violaciones o asesinatos, pero no es así. La oleada de ataques terroristas por parte del DAESH podría hacernos caer en culpar a los "otros" de los problemas que nos asolan, pero no deberíamos permitirlo. Las personas que cometen delitos no son ni extranjeros ni ciudadanos de nuestro país, son personas, en general. Todos deben ser castigados por igual por los delitos que cometen, por supuesto, pero no se debe culpar a todos los rubios porque uno de ellos haya cometido un delito atroz, por ejemplo.
Muchos alemanes han llegado a armarse con armas de fuego ilegales y granadas, todas ellas ilegales, para así poder "protegerse" de los migrantes, según comenta el Daily Mail. El miedo ha cundido, ha comenzado a propagarse, y eso solo puede conllevar problemas que ya vivimos anteriormente. Discriminar a toda una religión, o a toda una etnia, por alo que hayan hecho unos cuantos individuos no tiene lógica ninguna, y deberíamos evitarlo. El caso del que acabamos de hablar no tendría la misma relevancia si lo hubiera realizado un alemán; probablemente lo hubiéramos mencionado, pero en los medios no habría aparecido repetida una y otra vez su nacionalidad.