"Olía como si no se hubiese bañado en semanas", declararon varios de los pasajeros del vuelo Gran Canaria-Ámsterdam de la compañía holandesa Transavia. Algunos de los viajeros vomitaron pasto del hedor putrefacto que se apoderó del avión por culpa de uno de los pasajeros. Ante esto, el vuelo tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en Faro, Portugal, para echar al susodicho viajero.
Esta noticia saltó a los medios de comunicación a principios de junio. El vuelo se convirtió en un absoluto caos a la vez que el terrible olor se iba extendiendo por todo el avión. "El hedor era gigantesco", explicaba uno de los testigos. Los pasajeros intentaban huir de la fetidez, pero cada vez era más imposible. La tripulación intentó combatir el 'inexplicable' tufo con todo tipo de ambientadores. Sin embargo, al final, tuvieron que encerrar, literalmente, al hombre en los servicios para contener la tufaldad.
Sin embargo, la noticia ha dado un giro dramático de los acontecimientos. El ruso Andrey Suchilin, el protagonista pestilente de aquel vuelo, no era un guarro higiénicamente hablando, sino que dentro de su cuerpo escondía una gravísima enfermedadque le ha costado la vida. Tras varios días siendo atendido en un hospital de Portugal, donde fue ingresado poco después de ser expulsado del vuelo, se le diagnosticó una fascitis necrosante, una infección muy peligrosa si no se trata a tiempo. Esta es comúnmente conocida como bacteria comecarne o bacteria devoradora que destruye todos los tejidos haya por donde pasa.
La fascitis necrosantes, una infección poco común pero muy peligrosa
Este tipo de infección es muy rara y el problema que tiene es que es muy difícil de distinguir en primera instancia de una común. La bacteria comecarne literalmente hace que te pudras vivo por dentro y eso es lo que le estaba ocurriendo a Andrey cuando subió al vuelo. Los servicios médicos de Canarias, como cuenta su mujer en su cuenta de Facebook, atendieron a su marido, pero solo le diagnosticaron una infección de playa común. Esta se pudo producir al estar en contacto con los corales o al caminar por los arrecifes que suele ser una fuente de contagio de la bacteria devoradora.
La bacteria comecarne se desarrolla en un entorno anaeróbico, sin oxígeno, y su modus operandis provoca necrosis en los tejidos. Andrey, cuando subió al vuelo, ya tenía expandida la bacteria por su cuerpo y, de ahí, su terrible hedor. Al llegar al hospital, ya había sobrepasado el umbral de tratamiento de la enfermedad por lo que los médicos optaron por inducirle un coma para cortar su progresión, pero, al final, el hombre ruso perdió la vida.