Amou Haji, de 89 años, es un hombre iraní que se ha ganado el título del "hombre más guarro del mundo". Vive en una aldea llamada Dejgah, donde no se ha bañado en 60 años.
Salió del anonimato cuando una agencia de noticias del país se enteró de su forma de vida y le hizo un fotoreportaje que ha dado la vuelta al mundo, convirtiendo a este hombre en un fenómeno viral.
Su historia empieza cuando era joven y sufrió una serie de sucesos que le alteraron mucho emocionalmente y decidió alejarse de todo. Vive solo a las afueras de un pueblo de forma muy austera.
Vive acorde a sus principios
Amou cree que si se limpiase se pondría enfermo, pues según sus creeancias, vivir sucio le ha fortalecido. También hay que decir que no vive únicamente sucio por fuera, pues no le gustan la comida y bebida limpias.
Su alimentación se basa en carne podrida de animales muertos y bebe cinco litros de agua al día, que guarda en una antigua aceitera oxidada. En cuanto a preferencias, el puercoespín podrido es su manjar favorito.
Su casa es una barraca y duerme un un agujero en la tierra, aunque los lugareños le han construido una cabaña en la que puede refugiarse del frio. Pese a las condiciones en las que vive, sorprende que no haya sufrido ninguna enfermedad hasta el momento.
Uno de los pocos objetos que posee el Iraní es un tubo de acero en forma de pipa que usa para fumar, pero no tabaco, sino que su placer es fumar excrementos de los animales que le rodean. Además también tiene el vicio de fumar varios cigarros a la vez.
Eso sí, tiene un hábito que no acaba de encajar en su estilo de vida, y es que le gusta mirarse en los espejos de los coches para peinarse. Cuando cree que el pelo le ha crecido demasiado, lo que hace es quemarlo.