Gabino Abánades Guerrero, exdirector de los cementerios municipales de Madrid y de los servicios funerarios de Madrid, se encargó el 23 de noviembre de 1975 de dirigir el entierro de Francisco Franco en el Valle de los Caídos. 43 años después, el diario El Mundo ha contactado con una de las figuras más reconocidas del sector funerario en España para analizar la exhumación del dictador que tendrá lugar a lo largo del mes de julio.
"El proceso en sí sería muy sencillo y se tardaría una hora escasa", comenta Gabino. "Mover la lápida, romper la tabica que tapa el ataúd, recoger el cuerpo y trasladarlo a otro féretro". En total, entre cuatro personas podrán sacar sin dificultades los restos del dictador, unos restos que no estarán tan descompuestos como la gente pueda pensar. Y es que, según Gabino, aquellos que desentierren al gallego verán prácticamente la misma figura que hace más de cuatro décadas.
La clave está en el embalsamiento del cadáver, técnica que se llevó a cabo tras su muerte y que consiste en la sustitución de la sangre por formol, que conserva el cuerpo. "Se le va a reconocer de inmediato", sostiene Abánades.
"La familia no quería enterrarlo ahí"
Hay más de 33.000 cadáveres en el Valle de los Caídos. De todos ellos, solo uno no murió en combate: Francisco Franco. Su entierro en El Escorial es todavía polémico, por las circunstancias que rodearon al mismo. Sobre este tema también expresa su opinión Gabino en El Mundo: "Fue un enterramiento, cómo te diría, político. Podían haberlo enterrado en El Pardo, donde aún está su tumba con su nombre (...). Nos avisaron con muy poco tiempo y se hicieron las cosas con cierto apresuramiento".
Desde entonces, siempre ha corrido el rumor de que Franco está enterrado en el Valle en contra de los deseos de su propia familia, que tuvo sus más y sus menos con el presidente del Gobierno de aquel entonces, Carlos Arias Navarro. "Sí, yo también he oído que la familia no quería enterrarlo allí. No creo que pongan ningún inconveniente a la exhumación y al traslado, al contrario", admite Abánades.
Un Abánades que, sin embargo, deja una inquietante incertidumbre en el aire. No sería descabellado que, al abrir la tumba de Franco, no hubiera nada. Los motivos, al margen de teorías conspiranoicas, los da el propio Gabino: "En caso de que así fuera, de que Franco no estuviera allí, seguiría en el interior del Valle de los Caídos. Tal vez en otra tumba más discreta o en un nicho (...). Todo con el objetivo de evitar una hipótetica profanación". Saldremos de dudas en los próximos días.