Sucesos como este, desgraciadamente, ponen en duda la capacidad del sistema de salud español para asegurar nuestro bienestar. Incluso desde los ambulatorios. Si no, que se lo digan a Germán Castellanos, un habitante de la localidad de Lugones, un municipio del concejo de Siero en Asturias. Se presentó en el centro de salud del pueblo con las cenizas de su esposa, fallecida días atrás.
Los hechos ocurrieron durante la jornada del pasado 9 de agosto. Castellanos no estaba allí por casualidad, sino que por voluntad propia quería reprochar el fallecimiento de su mujer al médico que le atendió por un fuerte dolor de cabeza a principios del mes de agosto.
El asturiano explicaba a El Comercio que él y su mujer acudieron al ambulatorio de este pequeño municipio con motivo de un creciente dolor de cabeza, sin embargo, no lo hicieron por cita médica, sino a través de urgencias. Algo que no gustó al médico que se encontraba en consulta. "Se molestó muchísimo porque teníamos que haber pedido hora, así que la mandó para casa sin mirar", relató Castellanos, explicando que lo hicieron para no tener que pasar por el hospital.
Su mujer falleció un día antes de jubilarse | «Vinimos a Urgencias y la mandaron a casa sin mirar; murió a las tres horas» https://t.co/A9cpC64bDT
— EL COMERCIO (@elcomerciodigit) 10 de agosto de 2019
¿Negligencia médica?
Surgen varios interrogantes, entre ellos el de qué llevó a este doctor a no atender a una paciente que reclamaba sus servicios médicos. Lo que no se esperaba es que las consecuencias de su dejadez fueran a ser mucho peores: María Luisa Amores, de 65 años, falleció tres horas después de la visita, justamente un día antes de jubilarse.
En forma de protesta, Germán decidió personarse en las dependencias médicas de Lugones para reprocharle al médico su actitud. Eso sí, no llevaba las manos vacías, sino que portaba las cenizas de su esposa fallecida en una bandeja, en la que también colocó varios jabones que apuntaban a la idea de "limpiar la conciencia". El hombre asumió que el doctor que rechazó a su esposa los iba a necesitar. Probablemente sí, pues seguro que no se esperaba aquel trágico final. Por si fuera poco, aún más irónicamente, le invitó al hotel que regentaba con María Luisa, colocó algunas rosas rojas y 100 euros como pago a la consulta de "tres minutos".
Una vez en el ambulatorio y pese a la invitación del médico a charlar detenidamente dentro de su despacho, Germán se negó y quiso que todos los presentes escucharan lo que tuviera que decirle "delante de toda la gente". Asegura que sin su mujer se siente vacío y que su vida ha dado un giro radical.
Castellanos asegura que una vez conocido el resultado de la autopsia, acudirá a los tribunales para denunciar lo ocurrido. Al propietario del hotel Las Viñas no le importa que el fatal desenlace no se hubiera podido evitar, sin embargo reclama el hecho de haber recibido un trato diferente, que les hubiera tratado "como personas".
Este centro de salud tendrá que seguir haciendo frente a las críticas que lo señalan desde hace algún tiempo por sus interminables listas de espera, que incluso alcanzan las dos semanas para una simple consulta de atención primaria.