Imagínate empapelar una ciudad entera con carteles que tienen tu foto, algunos datos personales e incluso con los enlaces a tus cuentas en las redes sociales, y todo con la finalidad de conseguir pareja. Mal, ¿no? Vamos que ni se te había pasado por la cabeza tal locura, aunque haya veces que la intención es lo que cuenta, aquí tenemos claro que no. Así que, sería una completa sorpresa que alguien lo consiguiera.
Hay numerosas alternativas de conseguir pareja, algunas sin esperarlo ni buscarlo y otras todo lo contrario. Lo que está claro es que no hace falta gastarse un dineral imprimiendo tu propia foto y yendo farola por farola para colocarlas, ya que simplemente con abrirse una cuenta en portales de búsqueda de pareja, de las que hoy en día abundan.. sirve.
Soltero de oro
Sin embargo, es cierto que las alternativas están ahí, en la palma de la mano, pero conseguirlo ya es otro tema. Y si no, que se lo hubiesen contado antes a Niu Xiangfeng. Un hombre de 31 años que se ha 'vendido' de todas las maneras posibles a través de todos los canales posibles para conseguir a la persona indicada para contraer matrimonio. Desde carteles, hasta anuncios en periódicos y revistas. Sin lugar a dudas, todo un Don Juan. Sin embargo, se encuentra en el top de los top de fracasos acumulados.
Después de 8 años dedicándose en cuerpo y alma, nunca mejor dicho, a encontrar pareja, no hay manera de conseguirla. "Prefieren hombres altos y guapos y yo soy feo y bajito", ha afirmado. Según Xiangfeng ha sido rechazado ya por "más de 80.000 mujeres". Increíble pero cierto. De ellas, más de 20.000 le han negado el cara a cara y alrededor de 60.000 lo han hecho a través de Internet.
Pero es que sino mejora sus tácticas tememos que los 100.000 están a la vuelta de la esquina, porque más que atraer a las mujeres puede llegar a darles un poco de miedo. Ha llegado a parar directamente a una mujer que le atrae por la calle y sin dudarlo le pide una cita. Aunque lo único que ha acumulado son esa infinidad de fracasos, al fin y al cabo, la esperanza es lo último que se pierde. Aunque siempre hay un límite, ¿no?