"Siempre lo supe". Así se expresó Noah Lyles hace un año cuando se proclamó campeón del mundo en Budapest en los 100 metros lisos. Su confianza en sí mismo y un arduo trabajo interno lo han llevado a ser hoy en día, oro en los Juegos Olímpicos.
El atleta estadounidense ha demostrado ser el hombre más rápido del mundo, imponiéndose a todos en una final frenética. Con solo cinco centésimas de margen respecto a Thompson, logró la diferencia crucial para alcanzar la meta por la que ha luchado toda su vida. Ante las cámaras, Lyles parecía un atleta con total confianza en sí mismo, corriendo hasta la mitad de la pista durante su presentación y disfrutando del momento cuando aparecía en las pantallas del estadio.
Sin embargo, pocos podían imaginar los desafíos que ha tenido que superar para llegar hasta ese punto.
Mensaje de superación
Tras ganar la final, Lyles compartió un mensaje motivador, enumerando algunos de los problemas que ha enfrentado para alcanzar el éxito. "Tengo asma, alergias, dislexia, TDA, ansiedad y depresión. Pero te diré que lo que tienes no define lo que puedes llegar a ser. ¡¿Por qué no tú!?", afirmó en sus redes sociales.
Luchando contra sus propios demonios
Mirando hacia atrás, se entiende mejor la importancia de estas palabras. En 2019, tras ganar por primera vez el campeonato mundial de 200 metros, Lyles compartió en Twitter: "He empezado a tomar medicamentos antidepresivos y ha sido una de mis mejores decisiones en mucho tiempo. Desde entonces, he sido capaz de pensar sin matices oscuros en mente, sin aceptar que nada importa. Gracias a Dios existe la terapia psicológica".
Activista por la igualdad racial en Estados Unidos y principal favorito al oro en los Juegos de Tokio, la atención mediática y los acontecimientos de la primavera de 2020, desde la pandemia hasta la muerte de George Floyd, afectaron su bienestar. "Mi salud empeoró en abril. Nunca había vivido algo tan duro. Fue la tormenta perfecta: el coronavirus, el aplazamiento de los Juegos y el movimiento Black Lives Matter, que fue el único clavo en mi ataúd", comentó hace unos meses.
Superando el acoso escolar
El camino de Lyles hacia el éxito no fue fácil desde la infancia. Sufrió acoso en el colegio tras una grave amigdalitis a los seis años, que lo mantuvo mucho tiempo en el hospital. A su regreso, tuvo dificultades para seguir el ritmo de la clase y fue víctima de 'bullyng' por parte de sus compañeros.
"La pista era el único lugar en el que todo iba bien, en el que no había problemas, en el que podía estar tranquilo", recordaba Lyles. Ahora, el niño que sufría acoso se ha convertido en el ídolo de la prueba reina del atletismo, demostrando que los obstáculos pueden ser superados con determinación y esfuerzo.
La vida de Lyles atraviesa por fin un gran momento personal y profesional. "Ahora disfruto aunque la presión cada vez es más grande. Cuando empecé en el atletismo me divertía muchísimo y eso es lo que intento recordar cada día. No hay presión. Sólo diversión", apuntó recientemente. Se divirtió en París y logró su ansiado sueño.