Es una de las portadas más conocidas dentro del mundillo de los cómics raros. Una niña rubia, sonriente, mira hacia el futuro esperanzada mientras de fondo Hitler se acerca en un coche, rodeado de banderas nazis. Su título, demoledor: 'Hansi, la chica que amaba la esvástica'. Sí, se pueden hacer muchas bromas sobre el cómic sin preocuparse siquiera en saber de qué trata, pero si os decimos que en la historia de 'Hansi' encontramos cristianismo, Archie, historias reales, violaciones y cambios de título por pura vergüenza, seguro que de repente queréis saber mucho más. Bienvenidos a la historia detrás de 'Hansi, la chica que amaba la esvástica'.
Al Hartley, el guionista que amaba a Dios
Nuestra historia empieza en 1967, seis años antes de la publicación del cómic. Al Hartley, un guionista y dibujante de tebeos románticos (que hizo, entre otros, 'Patsy Walker' antes de convertirse en Gata Infernal -la amiga televisiva de Jessica Jones- en la continuidad Marvel de 1976), se encontraba en una debacle creativa. El género superheroico no le llamaba especialmente la atención (de hecho solo dibujó un episodio de 'Thor' en el número 90 de 'Journey Into Mistery') y no encontraba nada que pegara con su estilo. En esta debacle creativa, Hartley decidió hacerse cristiano renacido (basando su vida completa en ello) y abandonar su proyecto en aquel momento, que hacía junto al mismísimo Stan Lee: las aventuras de una agente secreta que vivía eróticas aventuras llamada 'Pussycat'. No estaba bien eso de entrar en la iglesia y seguir ganando dinero con tu trabajo, por lo visto.
Sin trabajo, metido hasta la pantorrilla en la iglesia protestante y con tres hijos, Al Hartley buscaba una manera de realzar la figura de Dios en sus cómics. Entró en Archie Comics, donde hacía que los personajes tuvieran ideas cristianas que solucionaran todos los eventos. Ya sabéis, en plan "¡Jughead, Archie! ¡No peleéis por chicas! ¡Dios nos quiere a todos!". Cuando el editor le dijo que parara, dado que estas historias no gustaban a la juventud, Hartley obedeció. En sus propias palabras, "Sabía que Dios lo controlaba todo, así que respeté la posición de mi editor y, naturalmente, obedecí".
Hasta 1972 Dios (o el destino, o una editorial falta de currículums) no escuchó a Al Hartley: recibió una llamada de la editorial Fleming H. Revell, especializada en libros religiosos destinados a ayudar a llevar la fe cristiana en todos los aspectos cotidianos de la vida. Aunque Hartley no tenía ningún interés en lo que le tuvieran que decir, sintió la llamada de Dios (según dice él, literalmente) y fue a una reunión donde le explicaron que el proyecto consistía en adaptar a cómic 'La cruz y el puñal', un libro ya adaptado a película muy famoso entre la cristiandad. En 1972, el cómic ya había vendido millones de ejemplares, así que el siguiente paso estaba muy claro.
Basada en hechos reales
La nueva gran idea de la editorial fue sacar una colección de cómics religiosos para niños, en los que Hartley utilizará a los personajes de Archie debido a su conexión con la empresa (algo que le costó apenas un minuto de una llamada telefónica, según cuenta en sus memorias). Este fue el nacimiento de Spire Christian Comics, que estaba dividida en cinco secciones: cómics de Archie, adaptaciones de la Biblia, cómics cristianos para bebés, otros libros (incluyendo adaptaciones de películas) y las biografías de famosos cristianos. En esta última es donde entraría el cómic del que tratamos.
¿Qué? ¿Cómo? ¿Que 'Hansi, la chica que amaba la esvástica' es una historia real? Así es. Esta línea de Spire Christian Comics contaba, entre otros, la historia del guitarrista Johnny Cash o del jugador de fútbol Tom Landry. ¿Qué mejor lugar para contar en viñetas la biografía de Maria Anne Hirschmann? Así es. Por raro que suene, 'Hansi, la chica que amaba la esvástica' fue primero una autobiografía publicada en febrero de 1973. Maria Anne Hirschmann contaba, desde su actualidad como profesora americana, las peripecias que le llevaron a pasar de ser una cristiana a creer en el nazismo, y cómo volvió a creer en la Biblia de nuevo.
Los problemas de 'Hansi'
En el cómic, que resume en 32 páginas toda una vida, Hansi (Maria Anne Hirschmann) es una niña de la región de Sudetenland, que gana una beca nazi para estudiar en un colegio nazi de la muy nazi ciudad de Praga. Creo que veis por dónde van los tiros. Antes de marchar, su madre le pide que no olvide a Dios y Hansi, por supuesto, es lo primero que olvida en cuanto pisa Praga y una compañera le dice que están cambiando de dioses (como quien cambia de compañía de ADSL) y que Hitler les está enseñando cosas de "modo científico". Ay, el caos, el pecado, la ciencia.
Hansi se refugia en 'Mein Kampf' sin cuestionar nada, en cosa de una viñeta, se enamora, deja al novio antes de la boda para permanecer pura y se lanza a luchar a favor de Hitler contra los rusos. Ah, nuestra heroína. En determinado momento, claro, empieza 'la pesadilla' (tal cual): los rusos toman Alemania eliminando el régimen nazi. Lo que normalmente nos han contado como una liberación, aquí es un drama por culpa de los soldados rusos, que llevan a Hansi a un campo de concentración donde violan a sus amigas (y no a ella, por ser pura y delgada, dos cualidades que, como todos sabemos, nunca han atraído a los violadores).
Finalmente escapa y se encuentra con los americanos, que leen cómics de Archie (literalmente) y son tan buenos que no solo no la violan, sino que llevan el desayuno a la cama de la muchacha. Al final, años después, su novio vuelve cargado de Biblias, ella lee una página y vuelve a hacerse cristiana sin cuestionar nada, en menos de una viñeta. Los dos se marchan a América y empiezan a cantar las alabanzas del sistema americano, que es lo mejor desde la invención del pan de molde. Los dos son cristianos, felices y sonrientes. Y ya está.
Hay varios problemas con esta adaptación (quién lo diría, ¿verdad?), que difiere bastante de la forma en que se cuenta en el libro: por ejemplo, los nazis no hacen nada malo nunca y, de hecho, los verdaderos personajes malvados son los rusos libertadores (algo que podría ser un giro curioso, pero se queda en la superficie); Hansi cambia del cristianismo al nazismo en una viñeta, y del nazismo al cristianismo en otra, sin progresión argumental; y sobre las once páginas en las que Hansi vive bajo las sombras de las violaciones, en un cómic principalmente dirigido a niños amantes de Archie, cabe pensar que quizá no sea la mejor idea.
Al final, más que un cómic cristiano, es un cómic pro-América, que exalta los valores de la sociedad estadounidense y que, como telón de fondo, nos cuenta la maldad rusa y alemana de una forma muy poco sutil. Hansi no duda, no teme, no le pasa nada malo: si violan, violan a otras. Si mueren, mueren otras. Si se convierte al cristianismo, todos la aplauden. Si se vuelve nazi, solo encuentra sonrisas. Ya podríamos todos tener una situación vital tan alegre. Por supuesto, la biografía original tenía muchos más matices, pero en la adaptación a 32 páginas se dejó aparte, por ejemplo, la creciente preocupación de Hansi por el estilo de vida nacional-socialista y se redujo cualquier posible matiz que la historia pudiera tener, convirtiendo al personaje en poco menos que un chiste.
Hansi: La chica que dejó la esvástica
En 1984, tras 55 cómics publicados, Spire Christian Cómics cerró sus puertas tras vender más de 40 millones de ejemplares, no sin antes republicar su mayor éxito, 'Hansi, la chica que amaba la esvástica', en 1977. Por su parte, la biografía de Maria Anne Hirschmann se volvió a imprimir en 1978 y 1980. Además, por culpa del ridículo que el cómic hizo durante años, causando bromas sin parar y provocando un pequeño culto entre los aficionados al noveno arte, la última reimpresión del libro, en 1997, cambió su nombre por 'Hansi: La chica que dejó la esvástica'.
Al Hartley siguió trabajando hasta 1993, año en el que guionizó su último cómic, el número 50 de 'Archie's pal Jughead'. Hartley no se arrepintió nunca de su trabajo como guionista y autor de cómics cristianos: es más, en 1998 escribió un prefacio para la Sociedad de Cómic Cristiano (que, por lo visto, es algo que existe). Hartley murió en 2003 a los 81 años... justo en el momento en el que estaba hablando con una compañía interesada en republicar 'Hansi', entre otros cómics.
Como veis, a veces una portada esconde toda una historia apasionante detrás. ¿Os habéis quedado con ganas de leerlo?