Uno de los secretos mejor guardados del mundo, una de las informaciones más codiciadas, una fórmula casi mágica, disponible al alcance de muy pocos. Quizá es eso lo que hace que la Coca-Cola sea especial... y es que, aunque haya cientos de imitaciones que se acercan a su característico sabor, solo una receta es la original.
Conocer un mínimo detalle puede suponer en este caso enriquecerse, o al menos, eso fue lo que pensaron Joya Williams, Ibrahim Dimson y Edmund Duhaney, que fueron arrestados en 2006 tras intentar vender información clasificada y la fórmula secreta de la famosa bebida a Pepsi por 1,5 millones de dólares.
Sí, tiene especial importancia que se quedó en un intento porque Pepsi no solamente no cayó en la trampa, sino que además fueron ellos mismos quienes se pusieron en contacto con Coca-Cola para informar de lo ocurrido. Tras esto, se activó una operación encubierta por parte del FBI en la que un agente se hacía pasar por trabajador de Pepsi para obtener más información. Pero los fallos de los tres trabajadores de Coca-Cola no tardaron en llegar: abrieron una cuenta conjunta para recibir la transferencia de los pagos por la información.
Detenciones y aumento de sanciones en políticas internas
Tras recabar todas las pruebas necesarias, los tres fueron detenidos por los agentes. Joya Williams fue condenada a ocho años de cárcel, acusada de conspirar para robar secretos de fabricación a Coca-Cola y tratar de venderlos a Pepsi. Ibrahim Dimson y Edmund Duhaney, por su parte, acusaron a Williams en el juicio de ser la cabecilla de toda la trama. Dimson fue condenado a cinco años de prisión y una multa de 40.000 dólares mientras que Duhaney fue condenado a dos años.
A raíz de este caso, Coca-Cola hizo una reestructuración y aumentó las sanciones por el quebrantamiento de las políticas internas de protección de información.