En el Día Mundial contra el VIH y el SIDA se hace muy importante visibilizar a las personas VIH-positivas que tienen que luchar con varios obstáculos en su vida. La enfermedad, el miedo al futuro, el control del tratamiento, pero también el estigma de la sociedad, el rechazo y el miedo de las personas a su alrededor a ser contagiadas.
Para conocer mejor el virus del VIH y el Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), repasamos la historia de esta enfermedad, cómo las personas afectadas fueron rechazadas e invisibilizadas en sus inicios, y cómo se usó como una manera de discriminar a la comunidad LGTB.
1 Cómo surgió el virus del VIH
En un inicio, el Virus de la Inmunodeficiencia Humana tiene su origen en virus similares que existían en primates (gorilas, simios, chimpancés...). En algún momento de la historia humana, estos virus que afectaban a primates se convirtieron en virus humanos. El VIH se divide en dos tipo, el 1 y el 2, y estos en diferentes subgrupos. Es el grupo M del VIH-1 el que afecta a más del 95% de las personas infectadas en el mundo, y en 2014 un grupo de investigadores publicaron un estudio en la que recorrían el rastro de este tipo de VIH.
El virus se empezó a propagar en los años 20 en Kinsasa, en la República Democrática del Congo. Hasta los años 60, el virus se propagó por diferentes áreas del continente Africano, pero a partir de esa época, Kinsasa se convirtió en una ciudad muy importante en redes de transporte y comercio, y mucha gente de los países colonizadores europeos, empezó a pasar por esa ciudad, que era la que mejores conexiones tenía de África. Tanto comercio en la zona aumentó el negocio de la prostitución, lo que fue un caldo de cultivo para que este virus de transmisión sexual se extendiera más allá de sus fronteras.
2 Los primeros casos identificados de SIDA
En junio de 1981 salieron a la luz los casos de 5 varones de California que presentaban unas enfermedades similares, pero muy raras a la vez. Se trataba de neumocistosis, un tipo de infección de los pulmones, y sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer de piel que generaba manchas rosáceas. Ambas enfermedades sólo solían ocurrir en personas con el sistema inmunológico muy dañado, así que era extraño que varios casos se dieran simultáneamente tan cercanos geográficamente. Los cinco eran homosexuales.
Se creyó, en un momento, que pudiera ser causa del consumo de sustancias estimulantes por parte de homosexuales, o incluso de la combinación de varias ETS. Lo que sí se hablaba ya era del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, y se empezó a usar ese nombre para referirse a las personas que tuvieran esa alteración del sistema inmunitario. El problema es que esas infecciones que desarrollaban eran tan graves que los pacientes morían.
En pocos años, la información sobre el sida evolucionó muy rápido. En 1983 se encontraron casos en personas heterosexuales, y Luc Montagnie halló el causante de ese déficit en el sistema de defensas del cuerpo: el virus del VIH. En 1985 se halló la forma de detectar el virus en la sangre, y empezaron a identificarse casos en todos los continentes del planeta.
Lo que no esperaban es que de esos 5 casos identificados, se llegaría a más de 30 millones veinte años después. En España, concretamente, se fecha 1995 como el año de mayores muertes, con 5.857 en total.
3 El estigma gay
Cuando empezó a propagarse el SIDA, se hacía referencia al mismo como "la peste rosa", tanto por las manchas rosácea que aparecían en la piel, como por su asociación con la homosexualidad, y a ésta con lo "femenino". Incluso recibió el nombre, en sus inicios, de GRID (Gay-related immune deficiency o inmunodeficiencia adquirida relacionada con los gays). Eran los propios medios de comunicación los que utilizaban esos términos despectivos, como los ahora descritos, o también "cáncer gay", "peste gay" o "síndrome homosexual".
Si tiramos de hemeroteca (o Google), podemos encontrar noticias españolas de la época que utilizaban estas referencias.
4 El gobierno miraba hacia otro lado
Cuando estalló la epidemia del SIDA en Estados Unidos, en 1981, Ronald Reagan llegaba a la presidencia, y no pareció verse nada afectado por este problema emergente. Pese a las miles de muertes que esta enfermedad estaba causando, no hubo medidas políticas para prevenirla ni paliarla, no enfocó la financiación para la investigación de su tratamiento, las víctimas quedaron totalmente desamparadas ante el Estado. Fueron iniciativas ciudadanas y los propios afectados por la enfermedad los que intentaron luchar contra ella y prevenirla, en la manera que pudieron. Así lo refleja la película de televisión 'The Normal Heart', de HBO. Mientras tanto, Ronald Reagan tardó 7 largos años en pronunciar la palabra "SIDA" en un discurso. ¿La razón? Los votos republicanos y la influencia de la Iglesia contra la homosexualidad.
Uno de los episodios que mejor reflejan este silencio ante el SIDA fue el caso del propio Rock Hudson, emblemático actor y amigo del matrimonio Reagan. A mitad de los ochenta se le diagnosticó el SIDA, y según cuenta Buzzfeed USA, él pidió a Nancy Reagan que intercediera por él para que le admitieran en un hospital francés para tratarse de la enfermedad. Ella rechazó ese favor hacia su amigo homosexual, y él moriría unos meses después. Su caso marcó un hito en la concienciación sobre el SIDA.
5 La toma de conciencia y lucha contra el estigma
Gracias al desarrollo de medicamentos específicos para el VIH y el SIDA, los llamados antirretrovirales, hoy en día esta enfermedad se ha convertido en una condición crónica con la que la esperanza de vida ha aumentado bastante. En los 80 y los 90, contagiarte con el VIH te suponía sobrevivir sólo dos años más como máximo, pero en la actualidad pueden vivir tanto como una persona que no tiene el virus. Debemos tener en cuenta la diferencia entre tener el virus y desarrollar el síndrome, por eso la detección precoz es esencial para evitar que se puedan llegar a tener los síntomas del SIDA.
Hoy en día, y lo que se quiere recordar en el Día Mundial contra el SIDA, es que, además de seguir avanzando en la investigación para mejorar la calidad de vida de las personas seropositivas, e incluso llegar a hacer desaparecer el virus del cuerpo, necesitamos acabar con el estigma que persigue a las personas contagiadas. Saber cómo se produce y cómo no se produce un contagio es esencial para dejar de rechazar a las personas con VIH. Saber que su vida es igual de normal que la de las personas sin el virus, y que pueden mantener relaciones sexuales y sentimentales sin peligro para la pareja, o tener hijos, que gracias al tratamiento hay pocas posibilidades de que se contagien.
Una de las asignaturas pendientes es frenar su expansión por las regiones más pobres de África. Allí donde no llegan los medicamentos a los que en los países desarrollados sí tenemos acceso.