Heliogábalo fue un emperador romano perteneciente a la dinastía Severa que gobernó desde el año 218 hasta el 222 bajo el nombre de Marco Aurelio Antonino Augusto, aunque pasó a la historia como Heliogábalo (Elagabalus en latín) mucho después de su fallecimiento.
Nació en Emesa, la actual Homs (Siria), en el año 203 d. C. llamándose Sexto Vario Avito Basiano. Desde temprana edad sirvió como sacerdote del dios El-Gabal en su ciudad natal hsta que se trasladó a Roma, centro del mundo en aquel momento.
Julia Mesa, tía materna del emperador Caracalla, era abuela de Heliogábalo. En 217, Caracalla fue asesinado y reemplazado por su prefecto del pretorio, Marco Opelio Macrino. En ese momento Mesa provocó una exitosa rebelión dentro de la Legio III Gallica para instalar a su nieto como emperador. La derrota de Macrino en la batalla de Antioquía llevó a Heliogábalo, con tan solo 14 años, al trono imperial.
Es conocido por su vida controvertida, que incluyó intentos de reformas religiosas y sociales, así como una vida personal muy polémica marcada por su desafío a las normas de género. Entre sus contemporáneos ganó una reputación por su excentricidad, estilo de vida y fanatismo, aspectos que probablemente fueron exagerados por sus sucesores y rivales. Esta imagen se ha perpetuado a lo largo de la historia convirtiendo a Heliogábalo en uno de los emperadores romanos más denostados.
Una de sus medidas más polémicas fue la de reemplazar a Júpiter, la principal deidad del panteón romano, por El-Gabal asimilándolo con el único dios solar, que era conocido como Sol Invictus (Deus Sol Invictus). Incluso obligaba a funcionarios del gobierno a participar en rituales en honor a esta deidad.
Otra de sus más llamativas medidas es que se convirtió en el único emperador bajo cuyo gobierno fue admitida en el senado una mujer, ocupando el rango propio de un hombre. En el primer día que el Senado celebró su rutinaria asamblea ordenó que su madre asistiera, un hecho totalmente insólito.
Respecto a su vida personal, las crónicas de Dion Casio, senador y contemporáneo de Heliogábalo, aseguran que se casó cinco veces. Cuatro de ellas con mujeres, de las que se conocen tres. La primera fue Julia Cornelia Paula y la segunda, la vestal Julia Aquilia Severa. El mismo año del casamiento, la abandonó y se casó con Annia Faustina, descendiente de Marco Aurelio y viuda de un hombre, Pomponio Baso, que poco antes había sido ejecutado por orden del propio Heliogábalo. A finales de año, había vuelto con Severa.
No obstante, su relación más estable fue con su auriga, un exesclavo llamado Hierocles, a quien incluso se refería como su marido. La historia Augusta sostiene que también se casó con un hombre, Aurelio Zotico, un atleta de Esmirna. Lejos de esconderlo, celebró con él una ceremonia pública en Roma.
Ante una ferviente oposiciíon, finalmente Heliogábalo fue asesinado en el 222 cuando tenía tan solo 18 años. El rechazo de la Guardia Pretoriana, del Senado romano e incluso de su abuela Julia Mesa, aquella que lo llevó al poder, acabaron dando lugar aun complot que acabó con su vida para que le sucediera su primo Alejandro Severo.
Debate sobre su identidad de género
Lo cierto es que la identidad de género de Heliogábalo siempre ha sido motivo de curiosidad y estudio. Determinante ha sido que, tras revisar un texto clásico de Dion Casio, se encontró una afirmación del propio emperador pidiendo que no se refieran a él como "señor": "No me llames señor, pues soy una dama".
Ha sido el Museo de North Hertfordshire, situado en la ciudad de Hitchin, a unos 60 kilómetros de Londres, el que finalmente ha sado un paso al frente anunciado que reconocerá a Heoligábalo como mujer trans en la exposición que prepara sobre su figura. Según ha expresado un portavoz del museo a The Telegraph, a partir de ahora para referirse a Heliogábalo utilizarán el pronombre "ella".
Por su parte, Shushma Malik, profesor de la Universidad de Cambridgeel, ha expuesto sus dudas al respecto en la BBC: "Los historiadores que utilizamos para tratar de comprender la vida de Heliogábalo son extremadamente hostiles hacia él y, por lo tanto, no pueden tomarse al pie de la letra". "Hay muchos ejemplos en la literatura romana que utilizaban lenguaje y palabras afeminadas como forma de criticar o debilitar a una figura política", ha añadido.
