Si hablamos de compromiso social y político en el mundo del cine, uno de los directores más destacados en España siempre ha sido Eloy de la Iglesia. Y es que pese a la censura, este director siempre plasmó en sus obras un espíritu polémico consiguiendo poner sobre la mesa algunos de los temas más controvertidos de la época como la homosexualidad, el conflicto vasco o la represión franquista.
Eloy de la Iglesia, como tantos otros directores, cuenta con un puñado de historias guardadas en un cajón que nunca pudieron ver la luz. Entre ellas, 'Galopa y corta el viento', cuyo guión se ha publicado ahora gracias a la editorial Niños Gratis.
El filme contó con dos versiones diferentes de guión, escrito también por Gonzalo Goicoechea, su principal colaborador, y unos cuatro intentos de rodarla, pero nunca fue posible. Estaba llamado además a ser el tercer y último punto de una trilogía que el director comenzó con 'Los placeres ocultos' (1977) y 'El diputado' (1978), películas que sí llegó a rodar y estrenar.
Romance gay entre un etarra y un guardia civil
La película contaba la historia de amor imposible entre un abertzale, Patxi, y un guardia civil, Manolo, andaluz, destinado al País Vasco a principios de los años 80, casado y con un hijo a punto de nacer. Por su lado Patxi viene de una familia muy ligada al movimiento independentista.
En la obra, que ha salido ahora a la luz, se puede leer además una crítica de Eduardo Fuembuena, uno de los mayores expertos en el cine de la Iglesia y que nos ayuda a entender mejor la época y el contexto bajo el que se escribió el guión recién publicado.
"El deseo chocó con la realidad de forma menos escorada que con cualquier proyecto anterior de Goicoechea y de la Iglesia como pareja de guionistas. Nunca antes habían llegado, y nunca después llegarían, a ese grado de militancia política en el abogar por la libertad de cualquier individuo, fuera cual fuera su patria y orientación sexual", explica.
Y es que 'Galopa y corta el viento' se trataba de una historia provocadora y con la que el director conseguía otra vez plasmar la sociedad del momento. Además, tal y como explica Fuembuena, la historia se basaba en la historia real de un amor entre un policía y un peluquero que fueron asesinados por ETA en condiciones muy similares a las de los protagonistas.
Así, en el final de la película de de la Iglesia se produce la muerte de ambos tras pasar una noche juntos, aunque en el guión no se especifica si el asesinato es cometido por la banda terrorista o por las fuerzas del orden.
Además de tratar el terrorismo vasco, el director también se atrevía con el 23-F, ya que la película se inicia con una escena que ocurre en este día, así como algunas escenas relacionadas con la heroína, unos temas profundamente sociales, algo muy común en su filmografía, "sobre todo a partir de 'El Diputado' aunque hay una excepción, ya que 'Otra vuelta de Tuerca' es una crónica interior del propio Eloy, su autobiografía encubierta", explica Fuembuena.
Intentos de rodaje
Lo cierto es que 'Golpea y corta el viento' tuvo también otra versión, escrita en 1985, cuando se intentó rodar otra vez la película. Esta versión no se encuentra en el libro que se ha publicado ahora pero Fuembuena sí da en el libro algunas pistas sobre cómo era.
Aunque haya dos versiones, la realidad es que la película nunca se llegó a hacer. El primero de los motivos fue la gran presión que recibió el director por querer tratar el tema de la homosexualidad junto con el terorrismo y el franquismo. Todo ello llevó a la ausencia de subvenciones para poder llevarla a cabo. Además, hubo otros motivos que también complicaron la película, como las amenazas que recibió el director para impedir que se realizara, lo que derivó en una autocensura de los guionistas.
En esa segunda versión tampoco se pudo rodar la película, ya que la relación entre Eloy de la Iglesia y Goicoechea estaba ya más debilitada. Su obra 'Otra vuelta de tuerca' no consiguió recaudar el dinero esperado y el último filme que realizaron juntos fue ya 'La estanquera de Vallecas'.
"Aquella película los enterró como cineastas. Sin duda, pagaron el precio más alto por su osadía de radiografiar la España constitucional, después de nueve años de democracia, y no dejar títere con cabeza", explica Fuembuena.