Quizá no sorprende que, con su brillante diseño, el Cubo de Rubik (que trasciende idiomas, edades y orígenes y que no requiere instrucciones) se haya convertido en un icónico éxito de ventas. Además, es portátil y puede resolverse de innumerables maneras. Erno Rubik no se dio cuenta de lo que tenía entre manos cuando inventó su ingenioso y desconcertante rompecabezas de colores. "No me preocupó porque nunca tuve en mente eso, no era lo que estaba buscando", le dijo a Terry Wogan en la BBC en 1986.
La arquitectura como impulso
En un principio, Rubik no había pensado en un cubo como juguete sino como herramienta didáctica para sus alumnos. En 1974, cuando era profesor de arquitectura en la Escuela Superior de Artes Aplicadas de Budapest, pensó que la mejor manera de enseñarles a sus alumnos era con la práctica.
De esta manera, buscó crear algo con lo que los estudiantes pudieran jugar, pero que también les hiciera ejercitar el cerebro y pensar de manera creativa acerca de las formas geométricas y las relaciones espaciales. El objetivo de Erno Rubik era hacer algo táctil y móvil, que fuera lo bastante sencillo para que sus alumnos lo entendieran, pero que tuviera algún tipo de dificultad a la hora de resolverlo.
Para él, lo más importante era que les desafiara a ser perseverantes cuando se enfrentaran a un rompecabezas complejo y frustrante. "En primer lugar, hay que tener paciencia. Es muy útil para resolver un problema. Luego, se necesita memoria espacial, memoria tridimensional", dijo en el programa de entrevistas de Wogan.
"Memorizar en qué congregación estás y dónde están las piezas y demás ... Si cerramos los ojos, lo sabemos, lo recordamos y no solo por una imagen, sino por el significado de esta", explicaba.
Su prototipo era un cubo de madera de seis caras compuesto por cubos más pequeños. Al principio intentó hacer agujeros en los cubos para unirlos con gomas elásticas, pero se deshacían a cada rato. Por esto, decidió diseñar un mecanismo oculto que mantenía el cubo en su sitio y permitía que los cubos más pequeños giraran y se movieran. demás, añadió un color sólido a cada lado del cubo para hacer visible el movimiento. Luego lo giró, mezclando los colores, e intentó devolver el cubo a su estado original, en el que cada cara mostraba un único color.
La primera vez tardó casi un mes en conseguirlo. Así, se convirtió en la primera persona en resolver el Cubo de Rubik. Se estima que sólo el 1% de las personas pueden resolver el rompecabezas sin ayuda.
En la entrevista, Erno Rubik le confiesa a Wogan: "No soy muy rápido, si estoy en los entrenamientos puedo hacer un minuto o algo así, pero ahora mismo no estoy practicando, años antes era mucho más rápido. No estoy en condiciones".
Ahí reside el atractivo de su Cubo. Es engañosamente sencillo, increíblemente adictivo, pero también enloquecedor y frustrante de hacer.
Rubik probó su prototipo con sus alumnos, permitiéndoles elaborar sus propias soluciones, y les encantó. En enero de 1975 decidió solicitar la patente húngara de su 'Cubo mágico'.
Debido a las restricciones de fabricación en la economía planificada de la Hugría comunista de la época, durante los primeros años, los principales entusiastas del puzzle fueron diseñadores, arquitectos y matemáticos del país.
El salto a la fama
En la historia de éxito del Cubo de Rubik no solo hay intuición, ingenio y trabajo. Si su prototipo de cubo de madera de seis caras ha logrado convertirse en todo un icono multicolor es también gracias al golpe de suerte.
29 January 1980. The puzzle game, Rubik's Cube, made its international debut at the Ideal Toy Fair in Earl's Court, London. The 3-D puzzle was invented by the Hungarian Professor of architecture, Ern? Rubik. Over 350 million cubes have been sold worldwide. pic.twitter.com/wse0SNQMem
— Prof. Frank McDonough (@FXMC1957) January 29, 2024
Para lanzar su invento con versiones de plástico, Rubik empezó a trabajar con 'Politechnika', una pequeña empresa húngara. Para 1977, el cubo ya estaba en las tiendas húngaras y se conservan todavía algunos de los 'Magic Cube' de 1978 de 'Pentangle', una distribuidora británica que logró llevar la idea del cubo multicolor fuera de Hungría. El auténtico punto de inflexión llegó, sin embargo, después. Cuando la fortuna o el buen olfato comercial hizo que un empresario expatriado llevara el rompecabezas a la 'Feria de Juguetes de Nuremberg' en 1979.
Su potencial no pasó inadvertido, al menos para Tom Kremer, dueño de un negocio de juguetes que acabó llevando el concepto a la firma estadounidense 'Ideal Toy Company'. De su mano la creación de Erno pasaría de idea ingeniosa a icono global: se rebautizó como Cubo de Rubik y en 1980 empezó a abrirse camino en el mercado internacional.