Siloh Jolie-Pitt, el hijo biológico de Angelina Jolie y Brad Pitt, por fin tendrá la oportunidad de iniciar el proceso de reasignación de género, un tratamiento para modificar la apariencia de su cuerpo. El pequeño nació con una anatomía femenina, pero siempre expresó su deseo de iniciar la transición porque, en su caso, quería mantener un cuerpo con rasgos masculinos (algo que no siempre sucede en todas las personas trans).
Shiloh, con tan sólo 11 años, comenzará la primera parte del tratamiento, consistente en la toma de bloqueadores hormonales que permitan que su cuerpo no se desarrolle con atributos femeninos. Se trata de un proceso normal en aquellas personas que se encuentran de cara a la pubertad.
El joven siempre tuvo claro su género, por ello no dudó en portar una vestimenta considerada como masculina, así como en llevar el pelo corto. Su aspecto siempre fue masculino, aunque gracias a los bloqueadores conseguirá no desarrollar atributos femeninos. Algo que mostró ante sus padres con tan sólo cuatro años de edad.
El menor está muy contento, ya que cuenta con el inestimable apoyo incondicional de sus padres, que no afrontan su mejor momento tras una traumática ruptura en la que los cruces de reproches y acusaciones fue constante. Ambos habían sido considerados como una de las parejas más cotizadas de todo Hollywood.
Sus progenitores han respetado todo el proceso, incluso su nombre, ya que querían que eligiese los de Peter o John. El niño se impuso y dejó claro que se iba a llamar Shiloh con el beneplácito o no de sus padres.
Mal enfoque de la transexualidad
Los medios de comunicación han tratado la noticia como un cambio de sexo de niña a niño. No es el caso. Shiloh siempre fue un chico a pesar de haber nacido con anatomía femenina.
En muchas ocasiones, las personas trans no afrontan la reasignación de género, una intervención quirúrgica que permite cambiar la apariencia anatómica, por miedo o, simplemente, porque no consideran necesario tener un pene para ser hombre o una vagina para ser mujer.
El problema que afrontan estas personas es que las instituciones no permiten que adecúen su género y su nombre reales a su documentación, ya que previamente el psiquiatra tiene que diagnosticar una disforia de género.
Pero estas personas no están enfermas. Algunas entidades luchan para cambiar esta situación y para normalizar al colectivo más discriminado en la actualidad de todo el universo LGTBI.