Henry es el nombre de la última creación de la marca RealBotix, conocida por la venta de muñecas sexuales, que ahora ha decidido lanzar al mercado un nuevo modelo con apariencia masculina. Henry mide 1,80 metros, tiene los ojos verdes, unos abdominales de infarto y labios gruesos.
Además, cuenta con un inesperado complemento: el tamaño de su pene es modificable. Pero no solo se puede cambiar el aspecto físico de Henry, sino que también se pueden tomar decisiones acerca de su personalidad, ya que a través de una aplicación para móviles se pueden controlar todo lo que dice Henry, de tal forma que puede mantener una conversación con sentido del humor o, incluso, recitar poesía. Esta nueva creación aún no seha lanzado al mercado, pero su precio oscila ya entre los 9.000 y 12.000 euros.
Sin embargo, Henry no es el único robot sexual masculino del mercado, sino que otras compañías como Abbys Creation cuentan también con modelos como Nate o Michael, cuyo color de pelo, estatura o color de ojos son personalizables. Eso sí, todos ellos reproducen fielmente los cánones de belleza y presentan estereotipos alejados de la realidad.
— Chriss (@FemmeBiologique) 29 de enero de 2019
La cuestión ética de los robots sexuales
Si bien es cierto que la creación de robots sexuales masculinos supone, en cierta medida, el contrapunto al machismo que existe en el mercado de las muñecas sexuales, muchos consideran que esto es solo una excusa para continuar vendiendo robots sexuales femeninos sin que se cuestione la industria.
Erika Billing, una de las autoras de la Campaña Contra los Robots Sexuales, compara la cuestión con la prostitución e insiste en que las estádisticas entre hombres y mujeres son muy diferentes. La experta defiende que, tal y como sucede en el mundo real, "hay cierto número de prostitutos masculinos, pero para nada en el mismo grado que prostitutas femeninas".
De hecho los datos actuales indican que el 98% de los pedidos de robots sexuales proceden de hombres que exigen formas de mujer con curvas pronunciadas y rasgos sexuales hechos a medida.
Por otro lado, los expertos plantean además que el auge que vive la industria de los robots sexuales podría suponer que los seres humanos no vean necesario mantener relaciones con las personas. Los robots no dan problemas, y precisamente esa cuestión contribuiría a deshumanizar el sexo. A pesar de la gran cantidad de problemas éticos que plantea, son muchas las compañías que se embarcan en esta industria y el mercado ofrece cada vez más cantidad de modelos que hace que el sexo con robots sea ya una realidad.