Una agente de la Guardia Civil ha sido expedientada por haberse ausentado de su puesto de trabajo durante cinco o diez minutos, pese a haber explicado que la ausencia tenía una justificación más que convincente: acababa de bajarle el periodo. Es por eso que tuvo que dejar su puesto de trabajo durante unos minutos e ir corriendo al baño más cercano, para así evitar manchar tanto su uniforme como el coche de trabajo. Su sorpresa fue que, al llegar a la rotonda donde estaba haciendo vigilancia junto con su pareja de patrulla, vio que su superior, un teniente, estaba allí aparcado.
En el momento en el que vio a su superior, se cuadró ante él y le explicó que no había tenido más remedio que acudir al baño. No había ido porque no pudiera aguantarse las ganas, ni mucho menos; había ido porque le había bajado la regla, y eso no es algo que pueda aplazarse. Pero la respuesta de su superior no pudo ser más ruda, tal y como contó su compañero a El País: "A mí no me cuentes milongas, vas al baño antes o después del punto de control, pero no durante". Como si se pudiera decidir si tener la regla antes o después.
La reprimenda no fue discreta, ni mucho menos. El teniente le reprochó todo esto a gritos, independientemente de quien se encontrara al lado y de las personas que pudieran estar viendo la bronca. En un principio, parecía que todo iba a quedar ahí. El superior la amenazó con expedientarla, pero solo si volvía a darse la situación; no obstante, algo le hizo cambiar de opinión, puesto que decidió abrirle expediente de forma inmediata. La mujer no supo cómo reaccionar. Su estado de nerviosismo era tal que no supo más que llorar ante la injusticia que le había tocado vivir. Una vez en el cuartel, le pidió al capitán una charla para, de esta forma, poder denunciar el comportamiento que había tenido el teniente hacia ella. Mas el capitán se excusó, y le explicó que él no era su superior y, por tanto, poco tenía que hacer; todo esto no eran más que "milongas", como diría el teniente en cuestión, puesto que al capitán le habían pedido expresamente que no hablara con la agente. Ella, nerviosa, dijo que se sentía indispuesta y se marchó a casa.
Hay que hacer aquí un breve inciso. Probablemente no se sintiera indispuesta solo por la situación tan tensa que ese superior suyo generó (que también), sino porque la menstruación puede llegar a ser muy dolorosa para algunas mujeres. Se ha considerado el dolor menstrual como algo natural, algo con lo que las mujeres debemos convivir en nuestro día a día y, por tanto, algo soportable. Pero no siempre es así; hay mujeres cuyos dolores son tan fuertes que le imposibilitan el hacer nada ese día. La endometriosis, por ejemplo, es una enfermedad que afecta a casi un diez por ciento de la población femenina, y que hace que estos dolores menstruales sean increíblemente intensos.
Con esto no queremos decir que la agente en cuestión padeciera endometriosis, pero sí que la menstruación es un proceso muy doloroso y al que se le resta importancia única y exclusivamente porque es "cosa de mujeres". La regla es algo natural, sí, pero eso no implica que sea menos doloroso, y el hecho de que se repita una vez de forma mensual no conlleva que sea más llevadero. Por supuesto, hay mujeres que no sufren tanto, pero también las hay que apenas pueden levantarse de la cama durante el primer día de la menstruación.
La agente de la guardia civil intentó quejarse de nuevo
El trece de marzo, cinco días después del incidente, la agente pidió ser recibida nuevamente por uno de sus superiores para, de esta forma, poder denunciar al teniente que la había sancionado. Cual fue su sorpresa al enterarse de que la primera persona con la que tenía que entrevistarse para poder denunciar al teniente era ese mismo hombre; pero ni corta ni perezosa, ella acudió a verle y le informó de que iba a denunciarlo ante sus superiores por la actitud que había tenido.
Dos días después, el quince de marzo, el teniente se decidió a elevar un parte disciplinario contra la guardia civil. Los motivos que dieron fue "inexactitud en el cumplimiento de las órdenes recibidas", alegando que la mujer no había solicitado el permiso de nadie para abandonar el puesto de vigilancia que le había sido encargado e ir al baño. Fue entonces cuando la agente solicitó que se activara el protocolo que la Guardia Civil tiene contra el acoso laboral, activo desde hace ya cinco años pero con poca utilidad real hasta ahora.
Hay quien cree que la responsabilidad total debería recaer sobre la agente que abandonó su puesto de trabajo, aludiendo que no había ningún tipo de urgencia que requiriera que ella fuera al baño con tanta rapidez. Normalmente, son personas que también creen que la menstruación funciona como la orina, y que puede retenerse e ir soltándola cada vez que se va al baño. Pero deberían saber que las mujeres no tenemos ningún control real sobre la menstruación: no sabemos cuándo comenzará (a menos que se usen pastillas, o se tenga un ciclo extremadamente regular), no podemos decidir cuánto manchar, no sabemos cuánto durará exactamente (aunque se puede prever, según los ciclos anteriores). No estamos hablando, como algunos han querido comparar, de una diarrea; cuando alguien sufre una descomposición de estómago, tiene poco control sobre sus desechos, pero puede tener algo. Con la regla, no se tiene absolutamente ninguno.
Lo que está claro es que el caso ha despertado la polémica a nivel social, y los espectadores se dividen entre aquellos que defienden a la mujer y aquellos que creen que debería haber esperado.