Una de las prácticas más habituales en los hogares españoles para conservar los restos de alimentos en la nevera es guardarlos directamente en la olla en la que han sido cocinados. Así nos ahorramos fregar la olla y posteriormente manchar otro tupper donde almacenarlo.
Los expertos lo desaconsejan totalmente, pues por muy inofensivo que parezca, guardar la olla con restos de comida en la nevera comprende riesgos para la salud, y podría derivar en una intoxicación alimentaria.
Según la Organización Mundial de la Salud, el espacio húmedo y frío que conserva los alimentos, acelera el proceso de oxidación de las ollas de aluminio. Al entrar en contacto con los alimentos, altera sus propiedades y hace que sean un peligro para su posterior consumo.
Por lo tanto, por muy higiénico que pueda parecer su almacenaje y conservación en el mismo lugar donde has cocinado, no lo es. Es preferible usar tuppers o cuencos de cristal que no se van a oxidar debido a la humedad del frigorífico.
Para evitar intoxicaciones, la Organización de Consumidores y Usuarios ha dado una serie de recomendaciones que deben tenerse en cuenta cuando refrigeremos alimentos:
1 Lavarse las manos
Es muy obvio, pero lavarse las manos antes de manipular los alimentos hará que puedan contaminarse de bacterias que nosotros mismos portemos.
2 Guardar la comida en cuanto deje de quemar
Es importante no meter la comida quemando en la nevera para que no aumente la temperatura interior y el consumo de electricidad para mantener el nivel de frío; pero si puede meterse unos minutos después, aunque siga un poco caliente, sería el momento ideal.
3 Conservación adecuada
Los restos de comida deben almacenarse de forma adecuada, bien en bolsas zip o plásticos que impidan que el aire entre en ellos, o bien en el caso de las latas de conserva, vaciando su contenido en un recipiente no metálico, por el tema de que las latas se pueden oxidar.
4 Guardar en el congelador
Si el consumo de esos alimentos no va a ser próximo, lo ideal es congelarlos, apuntando siempre la fecha en la que se han guardado, para llevar un control de los tiempos de congelado de cada producto.