Se aprobó en el Parlamento griego el pasado martes 10 de octubre una ley de identidad de género que supone un gran avance respecto a la legislación anterior que regulaba la realidad de la transexualidad en el país heleno.
Es la primera del país que despatologiza la realidad trans, es decir, deja de ver a los transexuales como enfermos. Partiendo de esta premisa, ya no será necesaria la intervención médica o quirúrgica (como los casos en que debían esterilizarse) para que los mayores de 17 años obtengan el reconocimiento legal de su identidad.
Si bien es cierto que la nueva ley no es una aceptación total de la transexualidad, supone un paso agigantado en ese sentido y ha sido recibida positivamente por el colectivo afectado.
La esterilización de los transexuales
Aunque pueda parecer que la transexualidad está cada vez más normalizada, vivimos en una sociedad en que este colectivo no deja de encontrarse barreras en el camino. Es el caso, por ejemplo, de los países que durante décadas han obligado a las personas transexuales a perder su capacidad reproductiva para reconocerles legalmente su identidad.
Es más, según un informe publicado en Transgender Europe en noviembre de 2016, en esa fecha aún había 21 estados europeos que seguían haciéndolo. Y aunque la mayoría eran países del Este, que tienen grandes dificultades para aceptar al colectivo LGTBI, había otros supuestamente muy avanzados en ese aspecto que, o habían modificado la ley hacía muy poco (Suecia 2013, Noruga 2016, Bégica 2017) o seguían pidiendo ese requisito (Francia).
Ahora, Grecia forma parte de los países que no solo ya no precisa la esterilización, sino que tampoco exige el reconocimiento de los transexuales como enfermos. Es decir, se aplica el principio de autodeterminación de género para mayores de 17 años. Para los menores de entre 15 y 17 aún se deberá contar con informe médico y permiso paterno.
Un avance mejorable
Aunque el colectivo LGTBI griego está contento con lo que se ha conseguido, no consideran que se hayan cumplido todos los requisitos indeispensables para una completa aceptación de la realidad transexual.
Por ejemplo, en el hecho de que los menores de 17 años necesiten un informe medico y consentimiento de los padres para que se les permita el cambio reconocido de identidad de género. La ley lo justifica en que los jóvenes son más susceptibles de cometer errores y que con un informe médico "aseguran" su identificación con el género que quieren que se les reconozca. También falla el hecho de que hasta los 15 años no se permita el cambio de ninguna forma.
Otro aspecto que se debería haber tenido en cuenta es el de las personas migrantes en situación irregular y de los refugiados, que se han excluido de la nueva ley así como el hecho de que solo se reconozcan dos géneros como legales, algo que implica la exclusión en esta ley de las personas no-binarias, que una vez más ven invisibilizada su existencia.
Son muy pocos los países que reconocen a este colectivo. Australia fue de los pioneros en dar la opción de añadir un tercer género junto a masculino y femenino (2011) y Canadá decidió seguir su ejemplo en el verano del 2017. Otros países como Alemania, India o Nepal permiten además la opción de no definir el género.
La situación en España
Este avance en Grecia supone situarse por delante de España, que sigue con la ley 3/2007, ya desactualizada. Hasta los países que estaban al nivel legislativo español están ya en vías de modernización (Escocia y Portugal). En España seguimos esperando que el Parlamento, que ha recibido propuestas de distintos grupos políticos (en febrero de los socialistas) decida dar el paso de cambiar la ley.
Mientras esto no ocurra, los transexuales siguen patologizados y necesitan un diagnóstico de "disforia de género" y en la mayoría de casos someterse a un tratamiento hormonal de dos años para poder cambiar legalmente su género. Es cierto que hay leyes autonómicas que ya están incorporando la despatologización de la transexualidad, pero tienen un alcance limitado y no permiten modificar todos los documentos legales.
Además, la situación en el caso de los menores es confusa, y se suele dejar en manos de lo que determine el juez que lleve el caso.
