El canon estético de la actualidad (y desde hace ya algunas décadas) marca la delgadez como aspiración máxima de toda mujer. La delgadez se considera sinónimo de belleza, de todo lo que una mujer quiere llegar a ser en esta vida, y eso es un gran problema: este canon provoca multitud de Trastornos de la Conducta Alimentaria, obsesiones totalmente insanas y, sobre todo, que una inmensa cantidad de mujeres sienta que nunca será suficiente. Eso es algo que bien sabe Lux Moreno, profesora en Educación Superior y Media en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires.
Moreno es activista, y se manifiesta siempre contra la gordofobia y estos canones impuestos a nivel social tan perjudiciales para la vida de las mujeres. A sus 31 años, acaba de publicar su libro 'Gorda vanidosa: sobre la gordura en la era del espectáculo'. En él, ahonda en cómo sufrió por su sobrepeso durante toda su vida, cómo encontró la fuerza para empoderarse y cómo acabó rompiendo con todos los estándares impuestos. La sociedad le había enseñado desde pequeña que si estaba gorda jamás sería un sujeto y objeto de deseo, y ella aprendió que todo eso no eran más que patrañas.
La filósofa ha concedido una entrevista a Infobae, donde ha relatado extensamente qué la llevó a escribir el libro y ha dado algunos detalles sobre su publicación. "Si la noción de gordo se identifica como aquella persona que no es saludable, no es bello y que no está en forma, esto se refurza a partir de los dispositivos de la salud hegemónica, la industria estética, las grandes cadenas de gimnasio y las formas propias de nuestra sociedad de consumo", explica. Para ella, el mercado ha generado una especie de ideología que hace que las personas quieran "transformar a ese cuerpo mercancía en un bien de uso que tenga valor".
Moreno lo ha vivido en su propia piel, puesto que siendo muy joven, con tan solo trece años, tuvo que someterse a una nutricionista que, para ella, fue "la Gestapo de los alimentos". En el momento en el que se encontraba en su peso saludable, simplemente le dijeron que ella ya sabía cómo comer y que ahora debía mantenerse. No obstante, durante los tres años que estuvo trabajando con la nutricionista, jamás le enseñaron realmente cómo comer. Lo único que aprendió es que "volver a ser gorda significaba volver a la invisibilidad social" y, siendo adolescente, esto era una tortura. Pasó muchos años tratando de comprender su cuerpo, de aceptarlo y de quererlo y, de repente, en 2013, encontró el activismo gordo.
Body positive: un movimiento mucho más positivo de lo que se piensa
Hay quien ha criticado abiertamente el movimiento body positive porque cree que es una forma de 'ensalzar' la gordura o la obesidad. E, incluso, se critica a las modelos body positive por promover formas de vida 'poco saludables'. A pesar de ello, no es eso lo que estas mujeres activistas están haciendo, ni mucho menos: lo que hacen es, simple y llanamente, recordarle al mundo que existen y que no son menos válidas, o menos atractivas, por tener un cuerpo considerado no normativo.
Moreno descubrió todo esto tras ver a las llamadas fat fashionistas, es decir, activistas gordas que creen que no por ser gordas deben dejar de vestirse a la moda o sacarse partido. "Lo que me pasó para aceptar mi cuerpo fue que descreí las normas corporales que me decían que yo no era sana o deseable. Ese fue el click, como una especie de revancha contra toda esa discriminación. Dejé de padecer esas presiones culturales y sociales", explicó. En este caso, considera como grandes referentes a activistas como Brenda Mato, Ashley Graham y Tess Holliday.
Hace tan solo unos meses, Moreno tuvo que someterse a un bypass gástrico. No lo hizo para perder perso, sino porque tenía una enfermedad de reflujo gástrico que se encontraba realmente agravada. Pese a todo, eso hizo que se sintiera confusa consigo misma. "Fue en princio shockeante, porque es una operación que está mayormente publicitada para la disminución de peso, pero el cirujano me mandó leer papers médicos para que viera que no er así", comentó. Ella no pensaba bajar de peso, pero su patología le obligaba a hacerlo. "En un momento, en la clínica, me di cuenta de que nadie podría borrar mi experiencia como gorda".
"En la sociedad de consumo que ha espectacularizado al cuerpo, el gordo aparece como el infractor, como aquel que no ha cumplido con las normas corporales", explica. Añade que el ciudadano responsable debe consumir, pero siguiendo esos estándares corporales. "Y a la vez las personas gordas son invisibilizadas como objetos de deseo, o sea, no son dignos de ser amados", completa. "La sexualización de un cuerpo gordo es tabú. Es decir que, al no ser habilitado como objeto de deseo, todo lo relacionado con los gordos y el sexo se muestra como algo extraño o incorrecto porque no se adecúa con las normas corporales", explica Moreno. Además, ella cree que al visibilizar la gordofobia, todo esto podría cambiar y las personas gordas podrían ganar en libertad sexual.
Lo que la filósofa no ha podido (ni querido) negar en ningún momento es el hecho de que las mujeres gordas sufren una mayor discriminación que los hombres gordos, porque ellas están "subordinadas por un sistema opresivo que es el heteropatriarcado, que ha constituido nuestros cuerpos como objetos de deseo".