Las fotos de Gonzalo inundan la mesa del despacho de comunicación del centro de día donde nos reunimos con Teresa para realizar la entrevista. Se trata de un lugar en el que su marido recibe terapia contra el Alzheimer, una enfermedad que ella conoce a fondo, desde que dio sus primeros síntomas.
"Vi cómo poco a poco empezó a cambiar, a perder la memoria. Fuimos al médico de cabecera, allí le derivaron al neurólogo y, después de una resonancia, me dieron el diagnóstico", rememora Teresa. A partir de entonces, un combate contra el dolor emocional que supone conocer la enfermedad y su desarrollo.
"Lo voy sobrellevando, yo llevo 51 años casada con él y ocho de novios, entonces yo tenía catorce años, él diecisiete", rememora Teresa, que no duda en mostrarse contundente: "Me dicen que le meta en una residencia y yo tengo claro que no, es toda una vida juntos. Lo voy llevando como puedo".
Gonzalo fue futbolista, pasó por varios equipos destacados, "era su vida", recuerda. Le diagnosticaron Alzheimer "hace cuatro o cinco años", pero explica que en realidad "lleva más tiempo" y que, con todo lo ocurrido, "no queda más que hacerse a la idea".
La vida cambió por completo y Teresa encontró apoyo en un centro de día que localizó a través de un conocido. En el proceso recurrió a ley de dependencia. Gracias a la prestación económica vinculada al servicio de atención diurna, recibe un dinero para pagar un centro privado, como al que acude: "Tiene sus tiempos, pero funciona muy bien", reconoce.
"Ahora que viene a este centro de día, cuando se encuentra en este sitio, yo puedo relajarme un poco más", señala. "Él no quiere más que estar conmigo, es receloso de extraños, quiere estar conmigo", señala.
"Necesitamos más tiempo para nosotros"
Laura Redondo, responsable de comunicación de Aenma, explica que el objetivo de las terapias que se ofrecen en este tipo de centros es "mantener siempre las capacidades y garantizar que la enfermedad avance lo más lento posible".
En el centro, también se realizan diversos talleres destinados a personas afectadas por enfermedades neurodegenerativas, divididos en función de su situación y el avance de su enfermedad. También hay programas destinados a la atención individual de cuidadores, que tienen como intención "disminuir en la medida de lo posible la dura carga que supone atender a una persona afectada por la enfermedad". En dicho caso, se incluye orientación e información, atención psicológica, física y atención social para ellos.
Con todo, Teresa incide: "Lo único que necesitaríamos es más tiempo para nosotros", y añade: "Echamos de menos un par de días al mes en los que poder desconectar. Es todo aquí, en el centro, lo demás es día y noche", a lo que concede: "Yo porque tengo a mi hija y puedo hacer actividades, pero hay gente que no tiene esa posibilidad".
Laura señala: "Aquí no solo tratamos a usuarios y usuarias, sino también a familiares y cuidadores, tenemos grupos de ayuda mutua, donde pueden expresar sus sentimientos y retroalimentar para compartir sus vivencias. Además, hay actividades para ellos, como cursos de formación, actividades de ocio o una formación en nuevas tecnologías".
"Creo que nos hace falta un par de días de descansar, es cierto que hay momentos en los que es muy agotado todo, hay veces en los que te repite siete veces la misma cosa. Y muchas veces escuchas comentarios, como de personas que desean que se mejore, cuando en realidad no va a mejorar, es algo que las personas no entienden, al contrario, empeora. Pero bueno, es la lotería que nos ha tocado, no podemos hacer otra cosa", explica.
Laura incide sobre este asunto: "Es otro de los problemas que tienen las personas con las enfermedades neurodegenerativas, que la gente no sabe lo que son, a no ser que te toque de cerca". Teresa añade: "Es lo que pensaban de Gonzalo, hay personas que creían que se iba a morir, cuando en realidad tiene buen aspecto, y buena salud, bien cuidado. Solo se le ve que está como en otro mundo, pero es lo que hay".
Gonzalo ya no vive sus hobbies del pasado: "Fíjate, con lo que le gustaba un partido de fútbol, ya no lo ve; una película tampoco ya la ve; ahora hago yo de su profesora, le enseño cosas, parece que voy llevándolo mejor". Con todo, Teresa incide: "Yo después de 51 años de matrimonio y 8 años de novios, no le voy a dejar".
Ley de dependencia
Gonzalo acude a este centro, con un coste reducido que pueden asumir las personas afectadas gracias a la ayuda a la dependencia, que pagan una cuota reducida. Se trata de un derecho recogido en una legislación para personas que necesitan apoyo para poner en práctica su autonomía personal, que incluyen una protección y atención mediante la posibilidad de acceder a recursos, tanto públicos como privados.
La ley contempla tres tipos de dependencia para los solicitantes en función de sus necesidades particularidades, que serán contempladas por los funcionarios encargados de tramitar la ayuda cuando sea solicitada. Se requieren además una serie de requisitos, como tener nacionalidad española o vivir en territorio español durante al menos 5 años.
Los solicitantes de ley de dependencia podrán acceder a prestaciones económicas (pevs ( con sus respectivas modalidades), pecef y peap) y/o servicios de atención ( servicio de ayuda a domicilio, centro de día públicos, teleasistencia....).
Para tramitar esta ayuda, se debe realizar un proceso previo de valoración que se tramita por parte de un órgano evaluador de cada comunidad autónoma. Para dicha evaluación, generalmente, son los expertos quienes, tras analizar los informes médicos previamente presentados, se trasladan al hogar del solicitante para evaluar todas las condiciones.
Cualquier persona con gran invalidez reconocida por incapacidad permanente será considerada una persona en circunstancias de dependencia. En este contexto, se dictará una resolución y realizará un Plan Individual de Atención (PIA) para la persona dependiente, que incluirá todas las necesidades para la atención de dicha persona, así como escoger su modalidad de intervención.