El Partido Popular ha experimentado un sorprendente giro con Junts. La formación conservadora vive una agria contradicción entre el riesgo de experimentar fugas hacia su derecha para VOX en el tema territorial mientras que es consciente de la realidad parlamentaria: los de Puigdemont ejercen su tradicional bisagra y el PP necesitó históricamente el apoyo de Convergencia para gobernar.
La estrategia del PP ha experimentado notables vaivenes. "Quien agravia a este país es el independentismo", expresaba la entonces portavoz del PP en el Congreso, Dolors Montserrat, en 2018 por los pactos parlamentarios del PSOE con fuerzas independentistas. "Pedro Sánchez es el responsable por omisión de lo que está pasando en Cataluña", llegaba a abundar por las alianzas con estas fuerzas.
Con el tema catalán más desinflamado durante el Gobierno de Pedro Sánchez, también quedan lejos los comentarios que el PP lanzó en el pasado, como llamar "golpista" al presidente del Gobierno por pactar la amnistía y los indultos; o la "humillación" para España de Puigdemont "alentada" por Sánchez al permitir su regreso durante este verano, como expresó entonces la actual secretaria general, Cuca Gamarra.
Ahora, los populares intentan tender puentes hacia el partido independentistas, conscientes de todas las cuestiones que les unen. Especialmente en algunas materias fundamentales, como la economía o el ámbito tributario, como se ha demostrado en la pinza de ambos partidos para tumbar el impuesto a las eléctricas.
La cuestión con Junts se encuentra en dónde se sitúa el eje de debate. Si es el tema territorial, surge la brecha en las filas conservadoras, pero si se centra en la economía o derechos laborales, la unión es habitual entre todos los partidos, incluyendo PNV.
Consciente de la sintonía en determinadas cuestiones y del funcionamiento de la Ley D'Hondt y la creación de mayorías parlamentarias para gobernar, Feijóo intenta atraer a Junts a sus filas, e incluso juega a la ambigüedad con la cuestión judicial. Un indulto, que antes era un sacrilegio, ahora es una solución "condicionada", como expresó en febrero.
"Tremendamente orgulloso" de los pactos con Junts
Los pactos con independentistas, que permitieron el primer gobierno de coalición de la democracia y que han terminado con la cuestión territorial completamente desplomada en nivel de interés en España tras la crisis de 2017, han pasado de ser materia de un "felón", como Casado llamó a Sánchez, a una cuestión de "tremendo orgullo", como ensalzó el actual portavoz popular, Miguel Tellado, en el Congreso.
"En todo lo que coincidamos, Junts encontrará nuestros votos", manifestó Tellado durante una comparecencia en la Cámara Baja tras tumbar el impuesto a las eléctricas que el Ejecutivo intentaba aprobar y quedó descartado por el rechazo de la mayoría del Congreso.
El portavoz popular intenta dar una pátina de normalidad a sus repentinos acuerdos con una formación a la que previamente imponía un cordón sanitario, aunque intenta realizar equilibrismos para descartar cualquier reunión en Waterloo: "Malo es que haya que ir a Waterloo o a Suiza a decidir el futuro de España. Nosotros hacemos política para España, en España y desde el Congreso de los Diputados; ese es nuestro ámbito".
El complejo encaje de mayorías
La pinza que ha permitido derogar el impuesto a las eléctricas está formada por PP, VOX, Junts y PNV. La suma de sus diputados logra la mayoría absoluta y en realidad no sería inédita. En el pasado, cuando no existía VOX porque no se había escindido del PP, Rajoy o Aznar pudieron gobernar con el apoyo de estos partidos nacionalistas.
Sin embargo, la suma de VOX en estos momentos dificulta un acuerdo con PNV o Junts. A pesar de que la formación de Santiago Abascal pueda reducir los decibelios y no dar tanto protagonismo a cuestiones como el feminismo o los derechos LGTBI (realmente VOX nació como un partido ultraliberal en lo económico), está alineado con Viktor Orban en Europa y es habitual su presencia en congresos de ultraderecha internacional, como participar en la reunión anual de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC); o la cumbre de Madrid en la que están presentes dirigentes como Marine le Pen.
Además, Pedro Sánchez tiene en la manga la gobernabilidad del país. Quizá por ello intenta frenar esta fuga de Junts con el anuncio de una reunión en Waterloo con Puigdemont, en una imagen que puede suponer un punto de inflexión en la relación entre ambos partidos.
El líder del PP, mientras tanto, juega a la baza de buscar un cambio definitivo de ciclo político que llame a un voto masivo a fuerzas conservadoras. Además, la gran fortaleza es la débil mayoría parlamentaria de Pedro Sánchez, que no logra aprobar unos presupuestos en el parlamento y que, además, se enfrenta al derrumbe de su socio de coalición, Sumar, que no logra armar una estructura, discurso potente, liderazgo fuerte y arrastra escándalos clave como la dimisión de Íñigo Errejón.