La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, se había visto como la gran ganadora de las elecciones al Parlamento Europeo. Su coalición, Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) había logrado 'sorpassar' a los liberales de Renew y vive ahora la disyuntiva de forzar una cuota de poder con un comisario en Bruselas a cambio de apoyar a Ursula von der Leyen cuando se planteaba renovar la coalición de poder que une a populares, socialistas y liberales.
La reelección de la presidenta de la Comisión Europea es solo uno de los puntos de discrepancia. Mientras que Meloni se ha abstenido únicamente en su caso (votó contra Kallas y Costa), el líder de VOX, Santiago Abascal, había avisado durante la campaña europea: "Von der Leyen no va a ser presidenta de la Comisión Europea de ninguna manera con los votos de VOX".
Meloni ha apostado por una estrategia pragmática que ha despertado recelos en el seno de la extrema derecha. A ojos de Europa ha intentado vender su Ejecutivo como un Gobierno 'no tan radical como se esperaba' e incluso homologable al restos de Ejecutivos conservadores, mientras que de manera paralela ha vetado el registro de hijos a parejas homosexuales, ha vetado el derecho al aborto, y tiene como vicepresidente a Matteo Salvini, que propone eliminar la vacunación infantil obligatoria y exhibe su apoyo acérrimo al presidente ruso Vladímir Putin por bandera.
Este último punto derivado de la guerra de Ucrania ha sido su principal discrepancia con Salvini. Con su llegada al poder, Meloni se alzó como la máxima defensora de la OTAN y el apoyo a Ucrania, cuando de manera paralela Von der Leyen empezaba a resquebrajar el cordón sanitario hacia la extrema derecha situando ahora el eje en el atlantismo.
Los giros de Meloni no impiden la, cada vez más generalizada, opinión de que la líder de Hermanos de Italia intenta construir desde el poder una derecha hegemónica con la que intentar captar todo el voto posible desde el centroderecha hacia su caladero tradicional.
Los debates sobre su integración en el Partido Popular Europeo no se han ocultado, auspiciados desde un intento derecha de Forza Italia, miembro de esta coalición y fundada en el pasado por Silvio Berlusconi, para que apoye a Von der Leyen en el poder de la UE.
Sin embargo, estos movimientos han debilitado su figura en Europa. Su coalición ECR ha saltado por los aires y su giro hacia la supuesta moderación dialéctica han encumbrado al primer ministro húngaro, Víktor Orbán, que ha logrado situarse por encima en sus apoyos, dejando a la coalición de Meloni en tercera posición. Especialmente llamativo es el caso de la salida de VOX, cuando su eurodiputado Hermann Tertsch ya había sido designado como vicepresidente del grupo.
La cuestión rusa
La defensa de un fortalecimiento de la OTAN y el aumento del gasto militar han sido uno de los puntos de principal discrepancia entre sus socios tradicionales o potenciales aliados. En un contexto en el que surgía el debate sobre la unión de la extrema derecha en un solo grupo, se ha producido la disolución de Identidad y Democracia (ID), donde estaban Matteo Salvini y Marine Le Pen con sus respectivas formaciones, para integrarse con el mandatario húngaro.
Los vínculos Salvini y Le Pen con el Kremlin están ampliamente probados. El líder de la Lega ha apoyado en reiteradas ocasiones al mandatario ruso, incluyendo fotografías con la cara de Vladímir Putin ante el Kremlin, y ha afrontado este año una moción de censura por su opaca relación con Rusia Unida, el partido que da soporte al régimen de Moscú. En el caso de Marine Le Pen, es sobradamente conocida la financiación de su partido, préstamos bancarios y su reunión en Moscú con el presidente ruso, al que ha situado como referente.
Esta cuestión rusa es, precisamente, uno de los grandes elementos de separación que abre diques en este espectro político en la actualidad. Junto con Hermanos de Italia, también pertenece en ERC otro grupo, el PiS polaco, rompiendo la conocida pinza del Grupo de Visegrado que había estrechado con Orbán en el pasado, imponiendo zonas libres de LGTBI y un fuerte recorte del estado de derecho.
Mientras que Orbán ha sido calificado como un 'Caballo de Troya' de Moscú, el PiS ha defendido siempre a Ucrania, la OTAN y el aumento del gasto militar para apoyar al Gobierno de Volodímir Zelenski ante la invasión de su territorio.
El PiS afronta una situación particular. El rechazo a Rusia en su país es generalizado por cuestiones no solo geográficas, sino también históricas. Además, este partido ha perdido el poder recientemente ante la izquierda, que está desmontando sus medidas y que ha supuesto un duro golpe para el partido.
El papel en el Parlamento Europeo
A pesar de haber reducido su presencia dentro del Parlamento Europeo, Giorgia Meloni ahora se enfrenta a una situación dicotómica. Tiene menor poder en términos absolutos, pero la existencia de un grupo mucho más escorado hacia la derecha podría llevarla a parecer una especie de 'extrema derecha descafeinada', logrando de este modo un contexto para jugar sus cartas y romper el cordón sanitario que afronta su espectro político.
Italia es un país del G-7 y su peso económico representa más del 12% del PIB conjunto de la UE, al contrario que Hungría, que no alcanza el 1%. Además, forma parte de uno de los estados fundadores de la Unión Europea, junto a Alemania, Francia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Resulta de este modo, complicado que la UE pueda funcionar correctamente si se aplica a Italia el mismo tipo de relación que en el caso de la Hungría de Orbán.
En todo caso, el papel de Meloni dificulta las relaciones. La primera ministra italiana juega a la estrategia de la moderación, sin embargo, sus medidas y propuestas, pero también los movimientos dentro de su partido, despejan el alma ultra que puede dificultar las relaciones con el resto de formaciones.
