La gestación subrogada lleva meses en el ojo del huracán. En España, esta práctica se ha considerado siempre ilegal, y continúa siendo considerada de esta forma; no obstante, algunos partidos políticos han abierto propuestas para comenzar a legislarla, y permitir que se ponga en marcha. Es innegable el hecho de que la gestación subrogada supone la comercialización con el cuerpo de la mujer, que se aprovecha de las necesidades económicas de aquellas mujeres que no tienen recursos, y que no deja de ser un negocio que ha nacido en el seno de una sociedad patriarcal. Muchas asociaciones se han mostrado totalmente contrarias a que en nuestro país se legalice la gestación subrogada, e incluso han señalado abiertamente que hay personas que ya han recurrido a la gestación subrogada en otros países, aprovechando ciertos vacíos legales del nuestro.
Todo este tema ha abierto muchas heridas, puesto que hay dos bandos marcados en esta batalla: hay quien defiende que la gestación subrogada debe ser un derecho de la mujer que realmente quiera ejercerlo, y hay quien considera que es una forma de ganar dinero a expensas de las mujeres que no tienen más remedio que recurrir a esto para obtener beneficios económicos. Ya ahondamos de forma más pormenorizada sobre la gestación subrogada en este artículo en cuestión, por si queréis leer más.
Las críticas en las redes sociales se están dirigiendo en este momento a personajes públicos como Torito o Jesús Vázquez, que han abogado abiertamente por la gestación subrogada. Ambos son hombres homosexuales, defensores de la gestación subrogada porque creen que es la única manera en la que realmente podrán tener un hijo biológico, con un capital económico lo suficientemente fuerte como para poder alquilar un útero como si de una incubadora se tratara. El problema de estas críticas es que, poco a poco, se está pasando a creer que son los hombres homosexuales los que más defienden la GS, cuando para nada es así, y las cifras lo muestran claramente.
Se le está exigiendo al colectivo gay una ejemplaridad que se le suele exigir a las mujeres con el feminismo (algo de lo que también os hablamos). Es comprensible pedirles que critiquen la GS, que lo vean como el negocio que es, pero no es justo culparles a ellos exclusivamente de que este método continúe adelante. Porque precisamente el 80 % de las parejas que recurren a la GS son heterosexuales. El problema no son los hombres gays, puesto que ellos no dejan de ser una minoría.
Devolvamos el foco a lo realmente importante
Es fácil ver en redes sociales cómo se ataca a Jesús Vázquez por defender la GS, pero nadie ataca a Tamara Gorro por hacer otro tanto de lo mismo. Poco a poco, el foco se está volcando sobre los hombres homosexuales, porque son estos los únicos que, a nivel biológico, no pueden tener hijos por sí mismos. Las mujeres homosexuales sí que podrían recurrir a la inseminación artificial, pero una pareja homosexual masculina debe optar por la adopción o por la GS; es precisamente por eso que se les ha marcado como "el enemigo" en este debate. ¡Y nada más lejos de la realidad!
En el año 2014, un estudio probó que el 80 % de las adopciones por GS que se realizaban en nuestro país estaban realizadas por parejas heteros. Esta cifra es difícil de corroborar, puesto que se supone que al GS continúa siendo ilegal; no obstante, aquel que tenga dinero suficiente puede hacerlo en otro país y posteriormente traerse al bebé, algo que no es ningún secreto.
Los bebés que se compran por gestación subrogada desde nuestro país provienen de Estados Unidos y de Ucrania. Desde 2010 hasta el año 2016, de Ucrania provinieron un total de 231 bebés, todos ellos para familias heterosexuales puesto que no admiten peticiones de familias homosexuales. Hay estados de EEUU, como Texas, que tampoco permiten que los niños sean comprados por familias homosexuales.
Estamos enfocando el problema mal. La gestación subrogada es un negocio que pone en peligro la integridad física de las mujeres, que nos las vuelve a mostrar como si no fueran más que un producto del que obtener beneficios, y señalarle esto a los consumidores de este "servicio" no es algo reprochable. El problema es que se está señalizando sobre todo a los hombres homosexuales como los principales consumidores, cuando realmente no es así: son las parejas heterosexuales las que más recurren a la GS.
Una práctica que debe criticarse por lo que es, no por quien la consume
Basar las críticas hacia la GS en que los hombres homosexuales son egoístas, y anteponen sus deseos de ser padres biológicos a la salud y el bienestar de las mujeres, es incorrecto por dos motivos: porque ellos no son los principales consumidores de este "servicio", y porque quien realmente está sacando beneficio de todo esto son las empresas que se dedican a ofertar a mujeres reduciéndolas a meras incubadoras. Son las empresas que se dedican a la gestación subrogada las que obtienen beneficio económico directo de comercializar con el cuerpo de las mujeres, de vender bebés como si se tratara de mercancía.
De nuevo: no está mal criticar la gestación subrogada, así como señalarle a quien la utiliza como método todo lo tóxico que hay detrás de ella. Pero no hay que olvidar nunca quiénes son los auténticos beneficiarios de todo este negocio, y quiénes sufrirán en su piel el mismo.