Es toda una celebridad. Desde que comenzara su relación con Cristiano Ronaldo, la popularidad de Georgina Rodríguez ha crecido como la espuma siendo una de las influencers más relevantes de la actualidad arrastrando a millones y millones de seguidores que están atentos a todos sus movimientos.
Aunque al principio de su relación con el futbolista mantuvo un perfil más bajo manteniéndose en un segundo plano, poco a poco fue cogiendo confianza en ella misma y desplegando toda su personalidad. Tanto es así que Netflix apostó por convertirla en una de sus estrellas con reality propio: 'Soy Georgina'.
El arrollador éxito de su primera temporada llevó a renovarlo por una segunda que se estrenó el pasado 24 de marzo. A lo largo de sus seis capítulos podemos conocer un poco más a la argentina y adentrarnos en su día a día que, no cabe duda, es muy diferente al de cualquier mortal de a pie.
Para muestra, lo que sucede en uno de los episodios de la nueva tanda. Durante sus vacaciones de verano en Cerdeña, Rodríguez disfruta de un día de compras acompañada de sus amigos. "Ir con 'Las Queridas' de compras es buena influencia por un lado, pero menos buena influencia por otro, porque todo siempre les viene bien", explica la modelo ante las cámaras.
"No hay límite"
"Cuando ella va de compras es que no hay límite. Puede tener todo lo que quiera", afirma Mamen Morales mientras se ve a Georgina cogiendo multitud de prendas de ropa. "O no compra nada o lo compra todo, no tiene término medio", bromea Iván García.
Uno de los detalles que conocemos sobre la joven es que no le gusta probarse la ropa en los probadores de las tiendas, por lo que se la lleva directamente a casa para probársela allí. "¿Le gusta la ropa? Se la compra. Luego en casa a lo mejor le queda bien o no, pero tiene una potra... Lo que se compra encima es que le queda bien", revela Morales.
Después de arrasar en la tienda toca el momento de pagar. "Fui a comprar un modelito para la playa y, al final, me llevé media tienda. Que me digan ahora cuánto es la broma", lanza, antes de conocer que el gasto total asciende a nada más y nada menos que 27.515 euros.
Eso sí, no todo son derroches y Rodríguez nos da un ejemplo de austeridad. A su nivel, claro está. La influencer se enamora de un chándal de cashmere que cuesta 7.000 euros, pero al parecerle demasiado caro, opta por no llevárselo.
