El futuro de las personas que sufren de tretaplejia está en buenas manos. Los avances tecnológicos en medicina son cada vez más extensos y si no que se lo digan a Thibault, un hombre de 30 años que sufrió las consecuencias de una caída de 15 metros y que ahora ha podido recuperar su movilidad gracias a un exoesqueleto robótico que le permite realizar movimientos con su cuerpo.
"Como si estuviera caminando por la Luna", así lo describía. Los investigadores de la Universidad de Grenoble, con la ayuda de Clinatec, ya trabajan en desarrollar este sistema, que permitiría a la persona tetrapléjica mover sus brazos y piernas con un arnés sostenido en el techo. De esta forma, la persona que lo porte mantiene el equilibrio. Thibault quedó paralizado tras una grave lesión en la médula espinal y tuvieron que pasar dos años para que pudiera probar el experimento. "No había caminado durante dos años. Olvidé cómo detenerme o controlar los brazos", relató al ente público británico BBC.
En 2017, los médicos autorizaron su presencia en el experimento para contribuir a la causa. Gracias a ello pudieron comprobar con éxito la capacidad de control del exoesqueleto mediante la grabación y decodificación de las señales que emite su cerebro. Algo que sienta las bases para el futuro, porque aún no estará disponible para su aplicación médica. De hecho, los autores consideran que necesita pasar de nuevo por el taller para implantarle algunas mejoras, pero confían en que su prometedor futuro sirva para que la persona gane en calidad de vida y autonomía.
¿Cómo funciona?
El proceso no fue un camino fácil. De hecho, cuando el francés comenzó a realizar las pruebas pertinentes a su desarrollo, fue a través de un personaje virtual o avatar, mediante implantes cerebrales. Sin embargo, 24 meses de estudio y 45 días trabajando con él en el laboratorio sirvieron para que los investigadores pudieran sacar adelante el primer prototipo de exoesqueleto. "El nuestro es el primer sistema de cerebro-ordenador inalámbrico semi-invasivo diseñado para su uso a largo plazo para activar las cuatro extremidades", asegura Alim-Louis Benaid, profesor de la citada universidad.
Los sistemas que habían sido desarrollados hasta la actualidad no consiguieron lo que ellos sí han podido sacar adelante. De hecho, muchos de ellos dejaban de funcionar o creaban movimiento en una sola extremidad. El problema requiere de paciencia y afán de superación, ya que una lesión como la de Thibault se salda en el 20% de los casos con la tetraplejia, paralizando completamente y de por vida todas las extremidades del cuerpo humano.
Para probar su efectividad, los expertos instalaron dos dispositivos de grabación en él, de manera que cubriera la corteza sensoriomotora del cerebro, con el objetivo de recoger las señales cerebrales con una cuadrícula de 64 electrodos. Posteriormente, las señales fueron decodificadas con un algoritmo que le permitieron realizar movimientos previamente pensados. El futuro está en las señales cerebrales y así lo midieron. La movilidad es lo que persiguen, Thibault comenzó con pasos pequeños como presionar un interruptor, hasta poder caminar y tocar objetos.
Tiene 14 articulaciones y 14 grados diferentes de libertad de movimiento, lo cual le permite hacer varios desplazamientos distintos. Thibault pudo realizar 480 pasos a lo largo de 145 metros y 39 sesiones de prueba. Cuanto más tiempo pasaba tras la cirugía a la que se sometió tras el accidente, más demostraba lo hábil que era con este novedoso proyecto, que le permitía tocar objetos, caminar, usar ambas manos y girar las muñecas. Completó más del 70% de las tareas que le fueron asignadas.
Otro deseo de los profesores encargados de la investigación y desarrollo de este esqueleto robótico es el de que los tetrapléjicos también puedan aprender a manejar ordenadores con él, a través de sus señales cerebrales. Tras su primer paciente, próximamente continuarán las pruebas con otras tres personas que han aceptado ser parte de un reto muy ambicioso: conseguir que la persona pueda caminar sin tener que utilizar el sistema de suspensión que cuelga del techo.
Los resultados del proyecto iniciado con Thibault ya han sido publicados en la revista especializada The Lancet Neurology y aunque desde Grenoble se mantienen cautos ante la posibilidad de su implantación clínica a corto plazo, aseguran que "presenta un avance positivo y emocionante". "Siempre existe un peligro de exageración en este campo", explican, asumiendo que de ser posible, su alto coste dificultaría que fuera accesible para el conjunto de la sociedad que ha de hacer frente a esta afección tan terrible.