El uso de drogas es especialmente perjudicial, ya que corremos el peligro de sufrir daños en el Sistema Nervioso Central y modificar de manera definitiva el área de control de decisiones de forma que nuestro cerebro aprenda a utilizar la sustancia para equilibrar su química cerebral.
Una de las drogas ilegales más consumidas es, sin duda, la marihuana. Aunque sus usuarios afirmen que es la sustancia menos dañina, podemos concluir que se equivocan totalmente.
Esquizofrenias, paranoias, pérdida de cociente intelectual... los daños del consumo frecuente de porros son innumerables. Aunque aún es más dañina la planta por la que se está sustituyendo el cannabis: la hortensia.
Sí, la hortensia. Esa inofensiva planta que tu abuela tenía puesta en la terraza y que regaba tan frecuentemente mientras sonreía es una potente droga que se está poniendo de mdoa entre los jóvenes. Al menos entre los del centro de Europa.
La extensión de su consumo es tal, que incluso algunos jóvenes se están dedicando a colarse en los jardines y cementerios para robar la planta y, directamente, fumársela. Además, está prácticamente al alcance de cualquiera: las hojas y flores se prensan y secan y después se lían en un cigarrillo.
El problema de todo ello está en los efectos que provoca. A pesar de que al principio se puede experimentar un efecto alucinógeno, el problema viene después. Y es muy serio: alteraciones en los órganos vitales, trastornos respiratorios, problemas gastrointestinales y enfermedades cardiacas.
El problema de todo ello se encuentra en un compuesto que genera la combustión de esta planta: el cianuro de hidrógeno, también conocido como ácido cinahídrico. se tarta de un veneno altamente toxico que puede provocar confusión mental, somnolencia e incluso la muerte. Y en este caso, estás jugando a una ruleta rusa: no sabes si ese porrro de hortensias podrá ser el que te lleve al hospital, al cementerio, o por el contrario al mejor viaje de tu vida.
Este cianuro, se emplea para crear tintes de carácter químico o en la producción masiva de plásticos. Sin embargo, si lo inhala una persona puede generar fuertes dolores de cabeza o pérdida de conocimiento.
El peligro aumenta cuando sabemos que esta sustancia venenosa, además, se acumula en el organismo, que tarda mucho tiempo en eliminarlo y cuyos efectos residuales se pueden seguir notando tiempo después.
Así, si en los días siguientes a fumar uno de estos porros nos dedicamos, por ejemplo, a consumir alcohol, corremos el peligro de que el cuerpo mezcle ambas sustancias y se genere un contenido tóxico que puede debilitar de manera directa nuestros órganos vitales. Y algunos de los daños producidos no tienen cura.
Lo peor han sido los lugares en los que se han robado estas lantas: varios cementerios de Baviera (Alemania), lugar en el que han aparecido varios mercados de estupefacientes donde se vende la planta de manera ilegal (cuando está disponible en prácticamente en cualquier tienda).