Se va terminando la primavera. Empieza a hacer calor, entran las dudas entre si guardar el abrigo en el armario o si dejarlo colgado detrás de la puerta "por si acaso". Pero lo que seguramente muchos tengáis en mente es mantener la línea y guardar el tipo de cara al verano. Dietas, abandono de los dulces, menos picar entre horas... Vaya rollo, ¿no? A ver si se acerca el invierno de una vez y volvemos a lo de siempre.
Seguramente ahora que acecha la temporada de verano empieces a ver grandes pilas de fresas en el súper a un precio mucho menor que en otoño e invierno; todo ello por no hablar del color, mucho más rojo y con aspecto más apetecible. Además te plantan la nata justo al lado, para que sea imposible no verla. ¿Quién piensa en nosotros entonces?
Pero claro, cuando vas a pagar -si compras en un supermercado que se tome en serio realmente lo que vende-, cuando mires en el ticket verás que tus dos kilos de fresas son en realidad... ¿fresones? Bueno, quizá sea algo que para ti pase desapercibido, que no se quede en más que una anécdota, pero al igual que el plátano no es lo mismo que la banana, el fresón no es lo mismo que la fresa. Ve preparando la nata (o el chocolate), por fin vamos a resolver uno de los grandes misterios de la humanidad.
¿Fresa o fresón?
Lo primero es lo primero, vamos a ponernos en modo gafapástico y veamos las diferencias dejando claro que el 90% de todas las fresas que te has comido a lo largo de tu vida son en realidad fresones. ¿Sorprendido? Tranquilo, tus postres van a seguir sabiendo igual, porque ambas son beneficiosas para el organismo gracias a su gran índice en ácido elágico, una sustancia que colabora en la prevención de las células cancerosas; además de que tienen muchos minerales, vitaminas y fibra.
Son unas de las frutas con mayor porcentaje de agua (más del 90%) y son tremendamente sanas. Solo tienen ventajas, vaya. Pero si tuviésemos que identificar tres grandes diferencias serían las siguientes:
1 Europa y América: dos orígenes distintos
A nivel botánico se trata de fruta del género fragaria, pertenecientes a la familia de las rosáceas, pero el fresón no es tan natural como la fresa propiamente dicha, que es una fragaria vesca con origen silvestre. En su momento la fresa se encontraba en los bosques europeos, pero a partir del siglo XVI comienza a comercializarse en Norteamérica gracias a la circulación marítima, lo cual hace que empiece a ser considerada como un producto al que sacar muchísimo provecho en las naciones donde se cultivaba. Al mismo tiempo, de Norteamérica también nos llegaba otro tipo de fragaria llamada ananssa de menos calidad, la cual se terminó llamando fresón. Y sí, te están dando fresón en el súper.
2 Tamaño y sabor
El tamaño importa. La fresa silvestre, la de verdad, es más pequeña, aproximadamente del tamaño de un tomate cherry. No solo se diferencia por sus dimensiones sino también por el color, porque es tremendamente roja por fuera mientras que por dentro, sin embargo, es blanca. Dice la leyenda que su sabor es mucho más intenso. Nosotros no hemos tenido la suerte de comer una. Qué paradoja.
Por otro lado tenemos al fresón, el que tienes en la nevera. Los fresones tienen un tamaño mucho más dilatado, son rojos por dentro y por fuera y su sabor es más suave. Quien dice más suave dice menos sabor, que los libros y fuentes a los que hemos tenido acceso son muy benévolos con el negocio (por no decir pequeño engaño) del mercado. Yendo más a fondo en el sabor que deja una fruta y otra, cabe decir que el fresón es más ácido, con un mayor índice en Vitamina C y flavonoides; pero el origen silvestre de la fresa hace que tenga incluso propiedades medicinales, lo cual la posiciona como una fruta todavía más saludable.
3 Conservación y negocio
Y llegamos al punto más importante, que son las diferencias en conservación. Como toda buena fruta con tan alto contenido en agua, cuando llega el buen tiempo suelen madurar muy temprano, por lo que no se deben tardar en consumir o, de lo contrario, empezarán a mostrar rugosidad y sequedad. La mayoría de fresas que encontramos en las fruterías son fresones porque es mucho más fácil su transporte en grandes cantidades sin que se estropeen al ser un híbrido derivado del transporte entre el continente americano y europeo. Se trata de una fruta acostumbrada a los cambios climáticos y se adapta mejor al clima seco, cálido, menos oportuno. Una es cara y delicada, la otra está preparada y más barata.
La fresa es más delicada y debe ser consumida en el lugar donde nace, así que si quieres comer fresas de verdad y vives en Madrid te recomendamos que vayas a Aranjuez, ciudad del sur de la capital donde el gremio de agricultores lleva trabajando durante décadas para que el ya cada vez más inusual mercado de fresas silvestres se conserve. ¿Están las fresas en peligro de extinción? Es posible que sí, ya que al 99% de las fruterías y mercados les merece más la pena pagar la mitad por un kilo de fresones que por un kilo de fresas. Total, la mayoría va a creer que son fresas...