La cuestión catalana ha provovado una fractura en la sociedad que pasará a la historia. Mientras, los políticos se pasan la pelota con amenazas y decisiones que, lejos de solucionar las cosas, las empeoran en un pulso que solo espera demostrar quién tiene más fuerza. Mediante discursos llenos de rencor por ambas partes, han acabado enfrentado a los españoles generando una tensión entre hermanos que recuerda a tiempos pasados que es mejor no recordar.
En mitad del conflicto independentista, parece que la diversidad de opiniones se ha convertido en pecado surgiendo extremismos que se creen más españoles que nadie y más catalanes que ninguno. Y los políticos miran y aplauden como los ciudadanos se azuzan llevando así su discurso hasta donde ellos quieren, a un principio en el que no haya retorno. Pero el odio ya ha germinado en las calles de un país que no ha aprendido nada.
Desde que se celebró el referéndum ilegal del 1 de octubre, ya nadie reconoce a un país que un día vibró al ritmo de "Libertad sin ira" de Jarcha. Con 150 casos de delitos de odio judicializados en Cataluña, las instancias judiciales se llenan de denuncias por injurias, acoso, amenazas, agresiones y daños provocados por independentistas. Los episodios de lo que se califica como delitos de odio se han mutiplicado en las últimas semanas contra todo aquel que no reme en favor de la independencia.
El Ministerio del Interior ha dado prioridad a estos casos y así lo ha explicado el titular de esta cartera, Juan Ignacio Zoido, dejando claro que no piensa dejar pasar ni un solo episodio de hostigamiento en Cataluña.
Las Fuerzas de Seguridad del Estado, en el punto de mira
Uno de los principales objetivos de los sectores más radicales del independentismo son las Fuerzas de Seguridad del Estado. Las imágenes de agentes obligados a abandonar sus hoteles tras el 1-O abrieron informativos, pero no han sido estos los únicos casos.
Tal es el odio, que un conductor de la línea 88 de Barcelona, por ejemplo, se negó a que un agente del Cuerpo Nacional de Policía accediera al vehículo. También son numerosas las denuncias contra taxistas que se han negado a montar a policías que trataban de desplazarse desde el Puerto de Barcelona, de los cruceros donde están alojados, al centro de la ciudad.
Cabe destacar, entre las denuncias presentadas por la Policía por delitos de odio, una contra la revista El Jueves al considerar que una de sus viñetas "tenía carácter injurioso hacia la Policía Nacional, con alusiones al consumo de cocaína". Por otro lado, también se están convirtiendo en comunes los ataques contra políticos contrarios a la independencia, lo que ha obligado a Interior a ponerles escolta.