El universo esconde infinidad de incógnitas que la civilización humana ha sido capaz de interpretar a lo largo de los años debido al avance de la ciencia y tecnología, que han permitido formular numerosas teorías acerca de lo que nos rodea, dónde estamos, de dónde venimos, cómo acabaremos y si estamos o no solos en el espacio exterior.
Ovnis, aliens, microbios, partículas.. la humanidad ya no se sabe cómo denominar una hipotética civilización que nos acompañe en nuestra diminuta existencia dentro de un universo, al parecer, infinito. La eterna pregunta, aún sin respuesta frente a las paradojas, formulaciones, teorías y esperanzas de los más curiosos, reside en saber cómo funcionaría una hipotética forma de vida diferente a la nuestra. Especialmente, en caso de que pudiera o no llamarse vida, ya que la existencia de una inteligencia superior que funcione con compuestos químicos diferentes a los humanos, según dicen, es también bastante probable.
Del mismo modo que hay quienes piensan que daremos con ellos en algún momento, haciendo caso a la paradoja de Fermi de los años 50, los más escépticos han desarrollado un argumento para dar la vuelta a esta teoría y afirmar lo improbable que es. Científicos de la Universidad de Oxford han desarrollado una investigación, que ha sido publicada en la revista de la Royal Society of London, para explicar su visión acerca de nuestra soledad.
La ecuación de Drake
La ecuación de Drake podría afirmar que estamos solos aunque debemos seguir buscando. Sin embargo, la fórmula matemática solo trata de averiguar el número de civilizaciones que podrían existir en nuestra galaxia, la Vía Láctea, aunque su alcance sea vea dificultado por poseer emisiones de radio indetectables. Drake es un astrónomo estadounidense que durante sus años en activo realizó varios proyectos en busca de formas de vida fuera de la Tierra.
Se basa en cálculos matemáticos que corresponden a varias divisiones de un total de ocho factores, partiendo del ritmo anual de la formación de estrellas "adecuadas" en la Vía Láctea, pasando por la fracción de estrellas que tienen planetas en su órbita, además de otras en las que hay que tener en cuenta el número de planetas en los que la vida se ha desarrollado, como es el caso de la Tierra, por lo que descarta aquellas fracciones que no contemplan la existencia de vida en otros astros del cosmos.
La formulación de la ecuación se ha perpetuado a lo largo de la historia desde su creación en los años 60, aunque quizá su inexactitud ha sido lo que ha hecho que los valores de las fracciones se ajusten constantemente. A pesar de ello, el cientifico Rubert Zubrin, tras el uso actualizado de la fórmula, llegó a afirmar que existen posibilidades de que el ser humano tuviera vecinos galácticos.
¿Estamos o no solos?
Otros científicos y la propia codificación de la ecuación evidencian la poca exactitud que precisa su cálculo por no poder dar un valor concreto a ninguno de los mencionados factores, lo que podría resultar en la posibilidad de tener una o mil civilizaciones extraterrestres, intragalácticas. Las estimaciones existentes no ayudan a mejorar esa imprecisión, sin embargo los últimos científicos que intentaron darle la vuelta a la fórmula, encontraron la forma de que el resultado sea algo más plausible tras introducir datos de mecanismos químicos y genéticos en un rango.
Lo que averiguaron estos expertos fue, nada más y nada menos, que las probabilidades de que seamos la única especie inteligente en la galaxia se sitúan en torno al 53 y 99,6%. Si tenemos en cuenta todo el cosmos, aumentarían las posibilidades de que hubiera alguien más, oscilando entre el 39 y el 85%. A pesar de que es poco probable que haya dos civilizaciones inteligentes en el mismo universo observable por los humanos, tampoco se debería de dar esta situación en el resto del universo, dejando entrever que la posibilidad de que estemos solos es bastante amplia. Sin embargo, la ciencia también puede ser inexacta y la vida en sí, también. No hay nadie que dicte una verdad superior.