Llevamos años escuchando que llegará un punto en el que no nos quedará más remedio que consumir insectos como parte habitual de nuestra dieta porque, de otra manera, acabaremos sufriendo una gran hambruna. Todo esto está muy relacionado con el hecho de que cada vez somos más personas en el mundo, y cada vez es más complicado conseguir que el suministro de carne sea suficienta para satisfacer nuestras necesidades proteicas. Es por eso que la Organización Mundial de la Salud nos está poniendo sobre aviso, para que sepamos que puede que nuestro futuro acabe deparándonos comer insectos.
Nos lo han repetido en tantas ocasiones que hemos acabado por verlo como algo normal. ¿Sucedería lo mismo si la Organización Mundial del Sexo recomendará introducir a los insectos como una parte importante de las relaciones sexuales? Ya os podemos asegurar desde aquí que no, no sucedería lo mismo... Excepto para aquellos que ven la formicofilia como una de sus filias sexuales. Es decir, que se excitan si introducen a los insectos en sus relaciones sexuales (no que quieran mantener sexo con ellos, algo que sería físicamente imposible, o eso queremos pensar).
Peligros de esta práctica
"Es imposible que haya gente que se sienta atraída por esas prácticas", pensaréis. Pero no, para nada es imposible. Según un hombre que ha escrito en una columna del medio The Stranger, su compañera sexual quería introducir insectos en sus relaciones. No se conformaba con tener al lado unas hormigas que le andaran por encima, sino que quería que le introdujera lombrices o gusanos en la vagina.
Los expertos han tardado poco en pronunciarse: esto no es ni higiénico ni recomendable, y podría provocar una multitud de bacterias e infecciones. No es como tener un fetiche hacia las personas que llevan zapatos de tacón, no es algo que no te pueda causar daño.
Además, esa persona estaría condenando a los insectos a una muerte bastante cruel. Y todo por satisfacer unos deseos sexuales que están bastante lejos de ser saludables para la persona que los siente. Hubo quien creyó que este artículo no era más que una farsa, mas, al parecer, no es la única persona que se ha considerado partidaria de la formicofilia, por desgracia.